lunes, 31 de agosto de 2015

La iglesia normal...


Que la iglesia en su normalidad,
en su renuncia al mundo,
en el desprendimiento de lo temporal y terrenal,
en la alegría de vivir como una familia,
en su vida de oración,
en su servicio generoso,
en una fuerte presencia de la palabra de Dios recorriendo todas las relaciones de cuerpo,
en su renovado compromiso de alcanzar a los perdidos,
en su comunión viva con el Dios eterno,
en estas y otras prácticas enseñadas por Jesús y los apóstoles, experimente una espiritualidad que le sacie, y no viva en una aridez frustrante que le movilice a correr detrás de eventos, recitales, congresos, retiros, libros y música de moda, o "ministerios carismáticos" que solo apagan la sed momentáneamente, para luego seguir viviendo una vida de apatía que le empuja refugiarse en diversiones (lícitas) que el mundo ofrece.

Busquemos los caminos adecuados para vivir el sueño de Dios.

C. Lancioni




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