miércoles, 24 de abril de 2013

El consejo de los malos y el consejo de Dios - Marcos Moraes



(Mensaje dado por Marcos de Moraes, en el encuentro de Foz do Iguazú, 
Brasil, en Julio de 2008)

Una apreciación inicial de Mario.
Amados, el Señor tiene su programa… ¿Amén? Él planeó todo lo que está sucediendo aquí adentro ¡Aleluya! Llegamos aquí sin saber lo que iba a ocurrir. El Señor dijo: “No temáis”. Y Él está haciendo… Él está hablando con mucha fuerza a nuestros oídos, a nuestro corazón y a nuestra  mente. Y va a continuar hablando ¿Amén?
 El Señor quiere que nos quedemos con pocas cosas, bien aprendidas, bien practicadas, bien
transmitidas. Jesús era muy resumido. Al Sermón del Monte nosotros lo leemos en doce minutos,
pero tenemos muchos años para vivirlo. Entonces, pocas cosas… Volver al fundamento, a la
sencillez de Cristo. Su Palabra es verdad ¿Amén?

Comienza a hablar Marcos
Realmente yo no tenía en mi mente, en mi corazón, que diría alguna cosa en el retiro. Estaba
ahí, disfrutando… Pero de la manera como el Señor está conduciendo, me hizo creer… Y hablé
con los demás, y estuvieron de acuerdo en que esta palabrita ahora puede estar bien ubicada, bien
colocada, dentro de lo que puede estar desarrollando el Señor. De manera que entendiendo que
esta palabra tiene un poco más de advertencia, entonces, dejamos para que a la noche Víctor pueda
completar lo que estuvo dando ahora por la mañana. Pensábamos otra cosa, pero el Señor siempre
nos va cambiando como Él quiere, y nos alegramos en ser guiados por Él.

Lo hago por deber, no tengo gran entusiasmo en decir las cosas que necesito decir hoy, por la
mañana. Los hermanos que me conocen más, saben que en los últimos años, he dedicado mi vida y
mi ministerio a mirar al Señor, y ayudar a los hermanos a estar mirando siempre al Señor, como
cosa número uno en sus vidas. Y estamos acá, en estos días, mirando mucho al Señor ¿Amén?
¿Cuántos pudieron ver al Señor en estos días? ¿Cuántos quieren mirar al enemigo? ¿Alguien
quiere mirar al enemigo? Saben ustedes, necesitamos dar hacia allí una mirada rapidita, como los
espías que entraron para mirar al enemigo. Pablo dijo: “Nosotros no podemos ignorar sus
designios”. ¿Los designios de quién…? de Satanás.

Yo creo que de una manera claramente profética, Mario, Eliseu, hoy Víctor, y también los
demás que participaron acá, estuvieron mostrando la realidad que vivimos hoy. La realidad del
mundo, y la realidad aún en la Iglesia.. Como decía Víctor hoy a la mañana, esto es una palabra
profética, que viene de parte de Dios para abrirnos los ojos. Pero yo creo que cooperaría con
nuestra visión entender un poco, de qué manera esto ocurrió en la historia, para que todo se
volviera de la manera que está hoy… ¿Qué pasó para que todo quede así…? ¿Que elementos
cooperaron para esto…?

Algunos pasajes de las Escrituras
Me gustaría tomar cuatro textos de la Palabra:
 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”Salmo1:1

 En castellano dice: “que no anduvo en consejo de malos”. En nuestra versión (portugués) dice
“que no anda…”. Lo dice en presente, que no está, hoy, en el camino de los malos. Grabemos esto
en nuestras mentes y sigamos adelante… “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios”
Hechos 20:27

.. Jamás les dejé de anunciar todo el consejo de Dios
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata…”1 Pedro 1:18
…La vana manera de vivir que recibiste de vuestros padres…

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.”Romanos 12:1-2

 “Ahora Señor, queremos seguir, entendiendo que sin ti nada podemos hacer. No podemos
hablar, no podemos oír, no podemos entender. Por eso Señor, estamos delante de ti, y queremos
tu bendición en la continuación de esta reunión, dándonos la gracia para hablar, la gracia para
oír, y el espíritu de revelación para entender. En el nombre de Jesús.”

En este texto, en el último, leemos que el Apóstol está rogando para que los hermanos
transformen su mente. El corazón ya fue entregado a Dios, el cuerpo debe ser ofrecido todos los
días como sacrificio vivo, y la mente debe ser transformada ¿Por qué…? Algo nos va a ayudar a
meditar, lo que dijo el apóstol Pedro: que fuimos rescatados, no por plata ni oro. Fuimos
rescatados de una vana manera de vivir, del fútil procedimiento que nos dieron nuestros padres.

Los dos consejos
Pero vamos a mirar primero el Salmo 1: “Bienaventurado el varón que no anda en el consejo
de los impíos”. Y Pablo dice a los presbíteros de Éfeso: “Yo jamás dejé de anunciar, a ustedes,
todo el consejo de Dios”. Primeramente, quería subrayar aquí, que el salmista no está diciendo:
Bienaventurado aquel que no anda en los consejos de los impíos. No habla de “los consejos”.
Pablo tampoco habla que anunció los consejos de Dios. Dios tiene consejos, los impíos también
dan consejos, pero ni el salmista ni Pablo están hablando de esos consejos. Ellos están diciendo
otra cosa, hablan del consejo, el consejo de los impíos. Y Pablo habla del consejo de Dios.
 El consejo es mucho más que un montón de consejos. El consejo es una forma de ver las cosas.
Vamos a definirlo así: Una mentalidad. Y la Biblia dice que hay en esta Tierra dos mentalidades.
Está la mentalidad de Dios, el consejo de Dios. La palabra que está en el original, tiene que ver
con todo lo que está en la mente de Dios, así como también la comunicación de eso. Esto es el
consejo de Dios. La forma que Dios tiene de ver todas las cosas, el juicio que Él tiene, el
discernimiento que Él tiene, el pensamiento que tiene respecto a todo, y la comunicación de esto,
de este pensamiento, a nosotros. Esto es su consejo.

 El diablo opuso a este consejo una antítesis: el consejo de los impíos. Cada mente en esta Tierra
está gobernada por un consejo o por otro consejo. No hay librepensadores. Algunos dicen: “yo soy
un librepensador”. No existe esta clase de personas… El único librepensador es Dios. Él piensa enla verdad porque tiene santidad y justicia para establecer cuál es la verdad. Todos los demás, o
pensamos como Él, o pensamos en su contra. Y estos dos consejos están sobre la Tierra desde el
principio, luchando por la mente de los hombres.

La mente y la computadora
 Ahora, antes de ir a 1º Pedro, voy a decir algo más… Yo temo un poco hacer esta comparación,
porque creo que no es completa, pero es la mejor que tengo hasta ahora: Tenemos que entender
que nuestra mente, de alguna forma, es como una computadora Yo creo que la gran diferencia
entre nuestra mente y una computadora es que la computadora tiene que tragarse todo lo que le
ponen… Lo bueno, lo malo, ella tiene que tragar, tiene que poner todo adentro. Nosotros no,
podemos elegir… Nosotros podemos elegir qué va a grabar nuestra mente. Pero nuestra mente es
programable.

Yo quiero contar dos pequeñas historias con respecto a mi antigua vida, para ilustrar esto. A mi
papá siempre le gusta contar una de estas historias, la otra no sé. Cuenta mi papá, (por supuesto yo
no me acuerdo), que yo era un pequeño muy, muy tierno. Una vez veníamos por la calle, y
pasábamos debajo de un árbol que tenía muchas flores. Y una de esas flores había caído al suelo.
Yo tenía tres años. Cuenta él que saqué mi mano de la suya, y me acerqué a mirar la florcita; él se
quedó mirándome, y yo decía: “qué pena, qué pena, qué lástima”. Yo estaba lamentando que la
pobre florcita se había caído del árbol. ¿Ustedes qué opinan de este niño? Yo estoy enamorado de
ese niño ¡Qué hermoso! ¡Era mejor que mis nietos!

 Ahora, hay otra historia. Habían pasado cuatro años. Ya tenía siete años. Estaba en otra ciudad.
Mi papá, en aquel tiempo, no tenía el entendimiento que tiene ahora, (ustedes van a entender el
por qué, y tiene que ver con lo que dijo Víctor…) Bueno, llegó un momento, a los siete años, que
sucedió esto: Mi papá era pastor en una iglesia que tenía un salón. Los hermanos, en aquel mes,
habían hecho algo que los alegró mucho: Pudieron pintar el salón. Estaba hermoso. Pero había
algunos niños grandecitos en ese barrio. Y se animaron, cuando vieron aquel salón… Y al lado de
ese salón había un terreno, sin construcción. Como había llovido, había barro. Y estos chicos
estaban ahí, tomaron barro y lo tiraron contra la pared del salón. Y casi, como jefe de esos chicos,
estaba el hijo del pastor. Aquel hermoso niño que tenía tanta sensibilidad, tanto dolor por la
pobrecita flor, ahora poco le interesaba el dolor de la gente que cuidaba y había pintado el salón.
No, él quería que ellos estuvieran realmente amargados. ¿Qué sucedió? ¿Cómo fue…? Era un
angelito, y ahora un diablito, ¿Cómo pudo ser…?

 Es fácil comprender esto: la mente. Desde el principio yo nací en pecado, pero mi mente
estaba limpia. Pero poco a poco, mi papá me permitió vivir y que me relacione con los chicos del
barrio. Y esos chicos me programaron la mente, y fue así, ajustada para otro tipo de
comportamiento. Somos semejantes, de alguna forma, a una computadora. La mente se va
programando.

El avance del consejo de los impíos
Fijémonos en lo que dice el apóstol Pedro: “No fue con plata y ora que fuiste rescatado del
infierno…” ¿Qué es lo que dice…? ¿De qué fuimos rescatados…? De la perdición, fuimos
rescatados del infierno, pero este texto no está hablando de eso. Está hablando de otra cosa.
También nos rescató el Señor de una vana manera de vivir, de una equivocada manera de vivir,
porque es según el consejo de los impíos.

Ahora hermanos, ¿por qué dice él, que “de sus padres lo recibieron”? ¿Por qué dijo esto…?
Muy sencillo: En aquel tiempo, y aún muchos siglos después, todo lo que el hombre aprendía, lo
aprendía en su casa; con su papá, con su mamá y también con sus hermanos mayores. Toda lacivilización se desarrolló de esa forma. De manera que el mal que un hombre tenía que aprender,
estaba restringido al mal que conocían su papá y su mamá. En aquel tiempo, todo lo que recibía la
persona, lo recibía ahí. La profesión también la recibía ahí. Así encontramos la familia de cantores,
la familia de pastores de ovejas. El padre era pastor de ovejas y el hijo era pastor de ovejas, y el
nieto y todos. En el caso del carpintero, sus hijos aprendían con el padre el oficio de la carpintería.
Todo era dentro de casa, y ahí el hombre recibía el consejo de los impíos.

 Hubo un tiempo que la cosa empezó a crecer en una velocidad que no estaba programada por
el Señor. Él dijo: “Bueno, yo voy a permitir el consejo de los impíos, tengo que permitirlo”. El
Señor estableció, en su soberanía, que el consejo de los malos quedara. Pero hubo un tiempo que
vio que estaba creciendo muy rápido. Es más, no estaba según su programa. La gente se estaba
juntando para construir algo grande… Y él dijo: “Esto está mal, vamos a debilitar este crecimiento.
Vamos a confundir la lengua”. Porque el consejo es: una mente y la comunicación de ella. Esto es
un consejo, la mente y su comunicación. Y Dios, cuando confundió las lenguas, hizo que cada uno
fuera para su lado. Y el consejo de los impíos bajó su velocidad.

Siguen corriendo los siglos, y sigue el hombre aprendiendo el mal en su casa. Luego
comenzaron a salir de sus casas: Algunos iban, por ejemplo, al ejército. Ahí aprendían más mal
que el que había en su casa. Porque había muchos hombres juntos, uno enseñaba al otro el mal.
Pasan los años, y Satanás quiere hacer que este consejo aumente, pero siempre depende del
permiso que Dios le dé.

 Hay un momento que aumentó, en la civilización entera, la situación de la educación. Aprender
a leer, a escribir, avanzar un poco más… Ahí el hombre comienza a ir a la escuela. En la escuela
va a enseñar lo malo que aprendió de sus padres, y va a recibir de otros los males que estos
aprendieron en su casa. Y de esta manera, este mal fue creciendo.

 Luego llega el tiempo de la industria. El hombre ya no trabaja en forma artesanal, en su casa. El
hombre va a una fábrica, se junta con un montón de otros hombres. Y se comunican entre sí, y
aprenden el consejo de los impíos unos de los otros. Porque el consejo del impío es una mente
diabólica, contraria al consejo de Dios, y la comunicación de esta mente.

 Cuando miramos desde el principio… Por ejemplo vemos el mal que había en Sodoma y
Gomorra… El mal que había, muchas veces, estaba circunscripto a una civilización o a un tiempo.
Pero el mundo fue viviendo, con el crecimiento de este consejo de los impíos, un cambio que no
se veía mucho, era lento. Hasta que llegamos en algunas naciones al 1940, otras al 1950 y otras al
1960. Ahora vamos hablar un poquito de este tiempo.

El mal en los últimos 40 años
Yo tengo 53 años. Vamos a hablar de los últimos 40 años. Cuando yo tenía 13 años, tenía
amigos en todos los barrios cercanos. Estaban los grupos de mi calle, y los otros. Yo conocí a
mucha gente, pero yo no conocía a un homosexual. Me acuerdo una vez, cuando alguien dijo que
en la calle tal, en tal lugar, hay uno que es… Nos parecía raro, no conocíamos. Pero 40 años
después… ¿Cómo es hoy en Brasil? Hay en Brasil un programa de televisión que hacen
entrevistas. Yo les digo a los hermanos que si los invitan a ese programa, y llegaran a decir que la
homosexualidad es una depravación, los van a abuchear todas las personas que estén ahí. Porque si
decís que es una depravación vos sos un completo exagerado. ¿Cómo fue esto…? ¿Cómo sucedió
esto en 40 años…? Porque no había ocurrido en 6000 años.  En la escuela, en el mismo tiempo… Yo estudiaba en una escuela que tenía más de 1000 alumnos. Y de repente, se descubre que en una clase, había un muchacho que sus padres se habían separado. Me acuerdo que yo decía en mi corazón: “¿Cómo puede vivir? ¡Pobrecito! ¿Cómo…?

¡Sus padres se separaron!” ¿Cómo es hoy…? Hoy, cuando decimos que estamos casados hace
tantos años, la gente dice: “¿Cómo hacen para estar casados hace tantos años?”. ¿Qué cambió…?
Yo les decía a mis hijos cuando estábamos en un restaurante: “Miren alrededor, no hay una familia
como esta, ¡no hay!” Mirando alrededor, todas las familias, en el restaurante, con hijos chiquitos.
Era raro ver una familia con el padre, la madre y los hijos grandes ¿Por qué…? ¿Por qué están con
los hijos tan grandes? Ya tendríamos que estar separados. No existe más esto.

 Pasaron 40 años ¿Qué ocurrió…? Los hermanos Mario, Eliseu y Víctor estuvieron acá, y otros
también, diciendo cómo está la situación hoy. Pero si como padres queremos ser prudentes, y
como pastores queremos enseñar a nuestras congregaciones, tenemos que entender, y enseñar a
nuestros hijos, a nuestra congregación, qué ocurrió en los últimos 40 años ¿Por qué? Porque el
consejo del impío es: una mente y la comunicación de esa mente.

Casi puedo ver la escena: Satanás está ahí, siempre pidiendo permiso, y llega un momento
que dice delante del trono: “¿Es mi hora…?”. El Señor le dice: “No, no es tu hora”. “¿Qué puedo
hacer…?”. “Bueno, auméntale ahí, un 1 % (un poco.), auméntale un poquito de escuela… Al
tiempo viene Satanás y pregunta “¿Es mi hora…?”. Dice el Señor: “No, no es tu hora aún” “¿Qué
puedo hacer?” “Dale un poco más”. Pero llega un momento en que dice Satanás: “Y ahora, ¿es mi
hora?” Y el Señor dice, “No”. Y “¿Cuánto puedo aumentar?”. “Auméntale un 30 %”. Satanás va a
su infierno y abre una gaveta. Tiene escrito un cartel que dice: “prensa”. “Ahora la comunicación
va a crecer y yo voy a poder enseñarle a otros”. Y la comunicación va creciendo… Y Satanás va a
Dios y le dice: “¿Puedo aumentar…?”. Y Dios dice: “Dale todo”. Dice Satanás: “Bueno”. Y abrió,
y estaba Hollywood, y ahí estaba la televisión. “Y ahora voy a abrir la gran caja…”. Y estaba
Internet… y todos los hombres están comunicados. Y la mente diabólica está ahí, propagándose,
porque un consejo es una mentalidad y una comunicación.

El conflicto entre los dos consejos.
Tengo que cuidarme siempre, porque no quiero predicar ningún legalismo. Doy gracias a
Dios que tengo compañeros que me ayudan, hermanos ¿Estamos comprendiendo lo que está
ocurriendo? ¿Estamos atentos? ¿Estamos dándole la importancia necesaria?
 El pastor es invitado a predicar en un retiro de jóvenes. Ora, lee la Escritura, busca un
versículo y otro… Se prepara y va a ese retiro a enseñar a los jóvenes. Una de las cosas
fundamentales que tiene que enseñar a los jóvenes: “Por favor, no se confundan, pasión es una
cosa, amor es otra cosa”. Se dedica, casi la mitad del retiro, a explicar a los jóvenes la diferencia
entre el amor y la pasión, para que los jóvenes no estén gobernados por las pasiones, y que
comprendan qué es el amor, y cómo puede ocurrir. Los jóvenes están encantados, están todos muy
alegres. Los padres ven que los jóvenes vuelven fervientes del retiro.

 A la semana, se reúnen los jóvenes para ver la película Titanic. Van en grupo a ver esa
película, hermoso filme, que es un sabio, inteligente, inteligentísimo y elaborado poema a la
pasión. “Miren, como pueden ver chicas, si no tienen una pasión, sus vidas no tienen sentido”.
¡Hay que ver a Leonardo Di Caprio! ¿Qué están haciendo…? Un retiro por año, para oír el consejo
de Dios. Y horas, horas, y horas al año oyendo el consejo de los impíos. ¿Y adonde está nuestra
inteligencia...? ¿No pasa así, como estoy diciendo…? ¿No fue así…? ¿Estoy hablando tonterías…?
¿La historia no se desarrolló así como estoy hablando yo? Transformando nuestra mente
No podemos vivir en santidad sin un cambio de mente. Y el cambio de la mente viene por
llenarnos de la palabra de Dios. Todo, todo el consejo de Dios debe estar en nuestra mente. Hay
muchos en la iglesia con su corazón verdaderamente para el Señor, que se esfuerzan por ofrecer
sus cuerpos como un sacrificio al Señor. Pero no saben que la gran dificultad está en que su mente
no está ordenada según Dios. Y esto, porque su mente no está gobernada ni por uno ni por otro
consejo. Hay una mezcla. ¿Qué quiere decir “no os conforméis”…? No tomar la forma ¿Qué
quiere decir “transformaos”? Bueno, salir de la forma.

 Hermanos, hermanas, este mundo tiene una forma. El consejo de los impíos es esa forma. No
podemos tener esa forma. Tenemos que cambiarla, tenemos que tener otra mente. La mente del
mundo es mediocre, estúpida, Dios tiene toda sabiduría. Entreguemos nuestra mente al consejo de
Dios. En nuestras casas, en nuestras congregaciones, enseñemos esto a nuestros discípulos, a
nuestros hijos. ¡Se los pido en el nombre de Jesús!

Señor querido, perdónanos, ¡Qué lento y tardo soy para entender! Perdónanos Señor, danos un
entendimiento mayor en los días de hoy, y de las mecánicas diabólicas que están produciendo los
días de hoy. Danos luz.En el nombre de Jesús. Amén, Señor” 

domingo, 21 de abril de 2013

Disciplina en la iglesia - K.Bentson



Por  Keith Bentson


Bosquejo del estudio dado en el Retiro


de Pastores de Valle del Lago, setiembre de 1980.


  • Introducción
  • Es un tema difícil de tratar por los abusos, caprichos, severidades y medidas injustas que se han cometido muchas veces. Así como por la falta de un concepto robusto y bien definido sobre la justicia. En Hebreos 5:13,14 se nos dice que tener madurez es saber discernir el bien y el mal.

    I.Toda congregación debe proveer los siguientes servicios a los hermanos
    1. Ambiente cordial y acogedor; lleno de amor y de atracción.
    2. Buen ejemplo. Que la Palabra esté encarnada en la vida de los hermanos.
    3. Enseñanza verbal completa. Enseñanza formativa sobre toda área de la vida.
    4. Ánimo a los que desean andar en los caminos de Dios. Felicitación por su obediencia.
    5. Exhortación a los rezagados, a los débiles.
    6. Reprensión a los desobedientes.
    7. Disciplina a los no arrepentidos.
    II.¿Qué derecho tiene la iglesia a disciplinar?
    a.Porque todos sus miembros se comprometieron, al entrar por el arrepentimiento, con Cristo, su Palabra y su Pueblo. Nadie que se haya arrepentido tiene derecho  de vivir como quiere, violando las normas del reino de Dios. Cristo instituyó la disciplina en el seno de la iglesia. Somos guarda de nuestro hermano.
    b.La iglesia, al disciplinar a quienes violan su compromiso, colabora con Dios, quien también disciplina a todo hombre. Dios disciplinó a Adán, a Caín, a la generación de Noé,  a los que edificaron la torre de Babel, a los de Sodoma, a Jacob, a los hermanos de José, a Coré, a Moisés, a toda la generación de israelitas que salieron de Egipto, a Jericó, a las naciones paganas, a Goliat, a los filisteos, a los madianitas, a los sirios, babilonios, a los reyes de Israel, a sus profetas y sacerdotes. A las ciudades que rechazaron a Jesús, más tolerable será el juicio a Sodoma y Gomorra que a ellas; a Ananías y Safira, a los corintios (1Cor. 11:29:32). ¡Dios disciplina y castiga!

    c.En el Antiguo Testamento Dios delegó su autoridad de gobernar y disciplinar a los padres y a la autoridad civil de Israel. Deut. 21:18-21: Primero a los padres, luego a los ancianos de la ciudad que juzgan y dictan juicios. La disciplina de los padres era correctiva, tiende a mejorar; la de los ancianos o autoridades civiles era punitiva, de aplicación de la sentencia merecida.No disciplinar es violar la naturaleza de Dios; trae males al pueblo de Dios y a la sociedad y provoca la ira de Dios. En la Iglesia no aplicamos la disciplina punitiva, sino la correctiva. Dios es quien aplica la punitiva.
    d.En el Nuevo Testamento, el gobierno civil continúa con la autoridad de aplicar sentencia punitiva (Rom. 13), mientras que la iglesia, como también los padres, solamente tienen la disciplina correctiva.
    e.Debemos entender que la iglesia fue diseñada para reflejar el carácter de Dios. Dios vive en justicia, amor, santidad y unidad. La iglesia tiene que encarnar estas virtudes. La naturaleza de Dios es el fundamento de la disciplina. El pecado en medio del pueblo de Dios atenta contra la naturaleza de la iglesia y el carácter de Dios.Predicar la justicia mientras se tolera la injusticia, es una hipocresía. Pretender amar mientras se pasa por alto el pecado es una aberración del amor. Ser santo implica vigilancia y guerra constantes contra la impureza. Es fraudulenta la unidad que admite una mezcla de tinieblas con la luz.
    f.La iglesia tiene el deber de disciplinar¿Qué sucede cuando al iglesia no disciplina?
    • Hay un derroche de enseñanza. Se rebaja la seriedad de la enseñanza; se enseña una cosa y se consiente otra.
    • Da lugar a la liviandad. Otros más pecan al ver que hay contemplación paral a transgresión. Se fomenta la división.
    • Se empala el sentido de justicia.
    • Se fomenta el debilitamiento moral.
    • Se alinea en contra del temor de Dios.
    g.¿Porqué no se practica más la disciplina en la iglesia?
    • Por desconocimiento de las escrituras.
    • Por excesivo énfasis sobre la gracia "barata". "Dios es sumamente bondadoso, pasará por alto esta falta... Él es amor, y el amor cubre multitud de faltas, así que no disciplinemos..." (¡!)
    • Por sentimentalismo: "a un hermanito tan bueno y que hoy ha pecado, no lo vamos a estropear hoy disciplinándolo" (¡!)
    • Por temor a perder miembros o de suscitar problemas.
    • Por falta de autoridad frente al caso, o por falta de apoyo por parte de la congregación. Esto se llama cobardía. Solo los valientes pueden ser justos.
    • Por ignorar cómo proceder en la aplicación de la disciplina.
    III.Bases bíblicas para la disciplina

    ¿Cuál es el propósito de la disciplina?


    a.Sobre toda otra razón: la de restaurar y salvar al transgresor. 1Cor. 5:5; 1Tim. 1:19-20; 2Tes. 3:14,15.
    b.Para advertir a los demás. 1Tim. 5:20. La disciplina a los transgresores es un medio de santificación.
    c.Para salvaguardar a la congregación de contaminación; y asegurar su ministerio sacerdotal delante de Dios. 1Cor. 5:6-8.La escritura no menciona que se disciplina para dar buen ejemplo al mundo; esto podría ser una consecuencia lógica.



    IV.¿Por qué causas se disciplina?
    a.Cuando el culpable de algún pecado intencional e inmoral no está arrepentido. 1a Cor. 5:1-13. En ese caso, indica Pablo, lo primero que se debe hacer es ponerlo fuera y desde allí proceder a su restauración, esto se hará si al ser enfrentado dijera arrepentirse.
    b.Cuando la conducta de un cristiano es irresponsable o escandalosa para la comunidad. Mt. 18:7; 2a Tes. 3:6-15. Cuando anda desordenadamente, no pecaminosamente. La enseñanza de Cristo y de sus discípulos no es solamente con el fin de dejar de cometer pecado, sino que los conduce a adoptar un estilo de vida ordenado y bello.
    c.Cuando la influencia de uno causa divisiones por enseñanzas vanas. Tito 3:10,11; Rom. 16:17,18.
    d.Cuando alguien comienza a propagar una doctrina pervertida acerca de Cristo. 2a Juan 9-11.

    V.Formas de disciplina que encontramos en las Escrituras
    a.Los hermanos se apartan del disciplinado, aún en la vida social. Rom. 16:17; 1a Tim. 6:3-5; 1a Cor. 5:11 2a Tes. 3:6,14.
    b.Reprensión pública. 1aTim. 5:20
    c.Desecharlo. Tito 3:10
    d.Apartarlo. Esquivar su contacto, aún si viniera a una reunión o al encontrarlo en la calle. 1a Cor. 5:2,3
    e.Entregarlo a Satanás. 1a Cor. 5:4-5; 1a Tim. 1:19-20

    VI.¿Cuáles son los resultados de la disciplina en el transgresor?
    a.Le produce dolor, pasa vergüenza, sufre. Si la disciplina no duele, no va a ser efectiva. Es una operación para sanar, la cirugía duele.
    b.Le hace ver la gravedad de su pecado. El primer efecto de todo pecado es la ceguera espiritual. El transgresor muchas veces no se da cuenta de la gravedad de su pecado. Sal. 36:3
    c.Lo obliga a definirse. O a vivir en el pecado para muerte, o a vivir en la justicia para vida. 2aCor. 7:8-10.
    d.Lo conduce al arrepentimiento. 2aCor 7:8-10.
    e.Da frutos apacibles de justicia, tras el arrepentimiento. Hebreos 12:11; Sal. 30:5.

    VII.¿Cuál debe ser la actitud del disciplinado?
    Hay que enseñar a los hermanos antes de que haya disciplina; les ayudará a no pecar.
    a.Debe aceptar la palabra, el juicio que dicten los hermanos. Deut. 17:8-13. No incumbe al transgresor discutir si el dictamen es o no pertinente, "según el juicio que te digan, harás".En Mateo 18:15-22, el contexto es sobre la medida disciplinaria e nla Iglesia. Dice "atar", es cerrarle la puerta, impedirle que entre a la comunidad del Señor; "desatar" es volverlo a traer, recibirlo nuevamente.
    b.No menospreciar la palabra sentenciada. Heb. 12:5-11. La disciplina es expresión de amor, ha de soportársela, ha de creerse que producirá santidad y buen fruto.

    VIII.El espíritu y criterio con que se disciplina
    a.Con el espíritu de padre, en amor, sin ira, sin revanchismo y sin demora. La disciplina injusta divide a la Iglesia; como la tolerancia puede producir una unidad impura.
    b.No hacer acepción de personas o actuar con prejuicio. Prov. 24:23-26; 1aTim. 5:2-21.
    c.Se ha de tomar en cuenta el nivel espiritual del transgresor, su tiempo en el Señor, la luz que tenga.
    d.Se ha de ver la gravedad del pecado. Todo pecado es grave, pero no todo pecado tiene el mismo nivel de gravedad, de secuelas más serias.
    e.Se ha de considerar si confesó voluntariamente o fue descubierto.
    f.Se ha de tomar en cuenta hasta qué punto ha llegado en su arrepentimiento. Distinguir si tiene lástima de si mismo o tiene vergüenza o sie está arrepentido de veras.
    g.Se tomará en cuenta para disciplinar, el efecto de su pecado sobre otros. Números 12.

    IX.El proceso que antecede a la medida de disciplina

    a.Conocimiento de la voluntad de Dios.
    b.Una relación de ternura, de afecto y de compromiso con la hermandad y con sus líderes. 1aTes. 2:3-12.
    c.El afectado primeramente de hablar con el ofensor. Mt. 18:15-18; Mr. 11:25; antes debería haber orado para tener un espíritu de perdón hacia quien le ofendió.
    d.Si no oye, háblele con dos o tres testigos imparciales, no familiares. 1a Cor. 6:5.
    e.Comuníquelo a la Iglesia, a los que presiden. Se comunica a todos y todos disciplinan, es excomulgado. El cielo apoya la palabra dada en la tierra. Mt. 18:18.

    jueves, 18 de abril de 2013

    Meditaciones de Ivan Baker.


    COPIA A VARIOS COLABORADORES
    SIMPLEMENTE PARA MANTENERNOS
    COMUNICADOS.                                                    San Bernardo, abril 1987.  
                                                                              (De vacaciones con la familia)   
    Muy amado hermano:
    Quiero reiterar mi alegría y gratitud al Señor por el tiempo hermoso que pasé contigo y tu familia, en esos ratitos cuando pudimos estar juntos. Me alegra y agradezco también haber podido estar con toda la congregación ese domingo. Como te lo expresé personalmente, añoro tu amistad y apreciaría estar más cerca de ti en el futuro.
                Recordarás que te di un escrito (puño y letra) expresando mi carga en cuanto a algunos aspectos doctrinales y principios que Dios que volqué en mi mensaje a tu congregación. Desde ya, muchas gracias por la libertad que diste y que pude sentir entre ustedes. Fue realmente precioso. Todavía me suena en el oído la campechana recomendación de uno de tus fieles: ¡”déle nomás hasta la media noche”! Fue una fiesta estar entre ustedes.
                Cuando procuré leer el escrito que te envié, yo mismo tenía dificultad para entender algunas partes. Así que aquí va un limpio.

    EL MENSAJE DEL DOMINGO.
                Te sintetizo el planteo principal:
                Hay dos clases de creyentes:
                a) Los que solo están para ser salvos, y
                b) Los que saben que su salvación es el medio para darles comunión con Dios, pero que Él les ha salvado para servir.
                Decía también que entre estos últimos también habría dos clases:
                a) Los que sirven al Señor conforme a sus costumbres y tradiciones, y
                b) Los que le sirven conforme a sus principios revelados y escritos en su Palabra.
               
    ¿CUÁLES SON ESOS PRINCIPIOS?
                Propuse cuatro:
                1. EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS. Destacado como columna vertebral de todo cuánto Dios se propuso hacer a través del hombre.
                2. LA GRAN COMISIÓN. Mateo 28: 18-20. Presentado como blanco de toda la obra redentora de Cristo. A la vez, razón de todo lo que sigue (Hechos en adelante) de toda la doctrina y práctica de los apóstoles y la Iglesia.
                3. EL MODELO. La Iglesia de Jerusalén. El Espíritu Santo siempre nos ilustra lo que Él quiere decir, con ejemplos. Para la construcción del tabernáculo, que era una casa temporal, Dios dio a Moisés tres cosas:
                a) Instrucciones precisas.
                b) Espíritu y sabiduría. Dio hombres que entendiesen las instrucciones; Éxodo 31: 1-6.
                c) Un modelo. “… hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40).
                4. EL EJEMPLO DE JESÚS. Que debe ser imitado en nuestra forma de obrar. Literalmente: “Como yo hice con ustedes… ID y HACED DISCÍPULOS…” Para esto mismo los cuatro evangelios se nos presentan como el manual ideal.

    MIS COMENTARIOS.
    ¿Estás de acuerdo con este planteo? Tienes derecho a preguntarme qué significa estar de acuerdo. Te propongo algunos conceptos esperando que después -lógicamente- me des tus comentarios.
    1. No es suficiente para uno que sirve al Señor, orar, ayunar, evangelizar, etc. Para ser eficaz en su obra, es indispensable que tenga claridad y actúe de acuerdo con los objetivos, principios y métodos de Dios. Su convencimiento debe venir de Dios. Esto va a requerir oración, estudio de la Palabra y revelación del Espíritu Santo. La obra que debe ejecutar tendrá muchas dificultades y enemigos. Sus convicciones tendrán que ser firmes. No será suficiente entusiasmarse por el convencimiento de otro.
    2. Debemos estar dispuestos a enfrentar un “derrumbe” si lo que hemos edificado no concuerda con los principios de Dios. No nos debe extrañar si descubrimos que Dios es ilógico. Más de una vez descubriremos que un “verdadero avance” significa volver atrás. Se ha dicho que “no podemos retener lo que nunca hemos ganado…”
    3. Debemos estar dispuestos a actuar con paciencia. No hay atajos. Si hasta aquí hemos equivocado el camino, la única forma de acelerar es poner mejor atención para no volvernos a equivocar.
    4. Debemos estar “pegados” a los que entienden mejor, los que están recogiendo el mejor fruto (“por sus frutos los conoceréis…”). Los que avanzan con los planos de Dios, los “peritos”. Ellos deben marcar el sendero. Parece muy espiritual decir que “cada uno debe buscar a Dios para saber como es la cosa”, pero este no es el camino de la luz. Este es el camino que más hemos transitado hasta ahora. Nos condujo a Babilonia: cada uno hace lo que bien le parece.
    Pablo no enseñó así a sus discípulos (2ª Timoteo 2:2; Filipenses 4:9).
    5. Debemos aprender a no malograr la obra por nuestras pretensiones. Debemos aprender a ubicarnos como “colaboradores” y no como “hacedores” (San Juan 15:1; 1ª Corintios 3: 5-9). ¡Una cosa es poner el huevo debajo de la gallina clueca, y otra es procurar hacer nacer el pollo!
    Nuestra parte no es dar sed, dar hambre, convencer o convertir. Nosotros predicamos y por medio de la palabra del evangelio, descubrimos los que están hambrientos y acompañamos la obra que el Espíritu Santo está haciendo en ellos. Hasta donde Él interviene, nosotros podemos intervenir. Nada más. Debemos estar dispuestos a abandonar a todos los que no quieren ir todo el camino con Dios y dedicarnos a los que realmente están dispuestos. Haremos mucho más con una pequeña compañía de verdaderos discípulos que con un “montón de gente” que solo quiere ser entretenida.
    Cuando no entendemos bien nuestro rol, estorbamos a Dios. Es muy importante vernos en relación a nuestra función como sacerdotes, reconciliadores, los que relacionan adecuadamente los elementos (el agua viva con el sediento, el hombre con Dios, el nuevo discípulo con la iglesia, el miembro con otro miembro, etc.) para que Dios haga la obra. Es maravilloso el descanso interior y la objetividad que adquirimos si entendemos esto.
    Digo otra vez: no seamos pretenciosos; aprendamos a ser verdaderos colaboradores del grande y único “labrador” (San Juan 15:1).
    6. No confundamos principios con enseñanza (doctrina). Los principios son cimientos. Debemos distinguir. Podemos caer en el error de predicar los principios como enseñanza para los discípulos, sin que ellos (los principios) hayan corregido y echado cimientos en la obra.

    Creo que no solo debemos distinguir en el Logos (la Palabra permanente y eterna) los dos tonos en que se expresa: el kerigma, la proclama; la didaké, doctrina, sino también una tercera forma que toma el Logos: Fundamentos o los Principios de Dios. Es fácil, al leer Romanos 12:1; 1ª Corintios 12; Efesios 4; etc. entender que allí afloran principios, bases fundamentales que establecen los cimientos de la Iglesia.
    Es evidente que estos principios conforman la “columna vertebral”, el “armazón” sobre el cual todo queda contenido, orientado, establecido. Son los principios los que establecen lo que debemos hacer y cómo lo debemos hacer.
    Por ejemplo:
    a) El propósito eterno. Este es el fundamento de los fundamentos. Todo lo que Dios está haciendo en el universo y en la Iglesia emana de aquí. Si Él quiere UNA FAMILIA, de MUCHOS HIJOS, a la SEMEJANZA DE JESÚS, debemos cuidar que todo lo que hacemos para Dios halle su inspiración en estos tres principios.
    1. UNIDAD. Esto hace que abandonemos toda idea de unidad del grupo o una denominación y apuntemos seriamente a la unidad de todos los santos en la aldea, pueblo o ciudad, por más grande que sea. No tenemos otra alternativa. Puede considerarse difícil… imposible; pero es el soberano deseo de Dios y debe obedecerse. Entender esto y actuar de acuerdo con este principio es haber entendido a Dios.
    Y no cualquier unidad, sino la que está señalada por Cristo y los apóstoles: Efesios 2; San Juan 17:21, etc. ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto tiempo lleva? ¿Lo veremos nosotros? No nos incumbe. Solo debemos obedecer el principio y usar toda la fuerza del Espíritu que está en nosotros para llevarlo a cabo.
    2. MUCHOS (CANTIDAD). No existe tal cosa como “pocos… pero buenos.” Si son buenos se multiplicarán. Este principio nos obliga a estudiar en las Escrituras cómo se produce la multiplicación. Comprendemos la enorme capacidad reproductiva de la Iglesia cuando vemos que el Espíritu Santo ha capacitado a cada discípulo con la gracia de la reproducción.
    - Es un don común a todos los santos: Efesios 4:12; 1ª Pedro 2:9; 2ª Corintios 5: 18-21; San Juan 15:16; 7: 38-39; Hechos 1:8 con 2:39, etc. En todos estos casos se alude a toda la Iglesia: “los santos”, “los reconciliados”, “nación”, “a cuantos el Señor llamare.” Es el don genérico, el don común que es dado a todos. 
    - Claro que se trata de discípulos. Los verdaderos discípulos son los que tienen esta capacidad. Para decirlo en una palabra: es el “grano que ha caído en tierra…” (San Juan 12:24).
    3. A LA SEMEJANZA (CALIDAD). Claro, aquí está la clave de todo. Aquí es donde engancha la frase anterior. Razonemos un poco.
    ¿Cuál es la clave de la unidad? Decimos que cada uno sea conformado a la imagen de Cristo. ¿Hemos pensado lo difícil que sería pretender unir lo que no ha sido formado?
    El mandato es pastorear ovejas, no cabras. Y en cuanto a la multiplicación, ¿qué multiplicación podríamos obtener de obreros no formados? La iglesia se transformaría en un hospital lleno de enfermos, lisiados, bebés que nunca crecen. Qué problema. Así de importante es la edificación.
    En realidad sabemos que es la UNIDAD DE UNA IGLESIA EDIFICADA A LA IMAGEN DE CRISTO, lo que produce la gran MULTIPLICACIÓN.
    Dos cosas: edificación más unidad, hacen la verdadera, maravillosa multiplicación. ¡A esto debemos apuntar!
    Ahora, nuestra pregunta sería: Si es tan importante la edificación de cada vida, ¿cómo debe hacerse? DIOS NOS HA DADO TODOS LOS RECURSOS.
    1. NOS CAPACITÓ EN EL HOMBRE INTERIOR.
    - Nos dio la mente de Cristo (1ª Corintios 2).
    - Nos dio la naturaleza de Cristo (2ª Pedro 1).
    - Nos dio el Espíritu de Cristo.
    - Nos envió con la misma autoridad y misión como Él fue enviado (San Juan 20).
    - Nos envió con todo su poder (Mateo 28:18).
    - Nos prometió su presencia (Mateo 28:20).
    2. NOS DIO DONES (CAPACIDADES).
    - A cada uno (1ª Corintios 12)
    3. NOS DIO HOMBRES CON MINISTERIOS ESPECIALES.
    - Notar que es para esto mismo: Unidad y Estatura de Cristo (Efesios 4: 11-13).
    4. CONSTITUYÓ COYUNTURAS.
    Esta es la otra parte importantísima del ministerio señalado por Pablo en los versículos 11 al 13 de Efesios 4. Entre tantas cosas flojas y olvidadas, ésta está en el principio de la lista. Es increíble que hayamos pasado por alto un ingrediente tan importante, que es lo que dice Pablo en los versículos 15 y 16. Y él lo menciona tan normal y casualmente, como si fuera lo común en la Iglesia de aquellos tiempos. Pienso que sí, que era común, por eso eran “de un corazón y una alma” y eran tan eficaces en multiplicarse. Evidentemente los apóstoles habían edificado con eficacia las vidas de los primeros discípulos. Una somera lectura del libro de Hechos nos impresiona en cuanto a esto. Creo que aquí está el secreto de una Iglesia poderosa:
    Ninguno estaba solo, aislado, sino que cada uno estaba unido, concertado. Es decir que se habían puesto de acuerdo para estimularse, consolarse, enseñarse, exhortarse al amor y a las buenas obras.
    Allí estaba el crecimiento, el servicio, el hacer y cuidar discípulos.
    La Iglesia primera era una potencia porque era UN CUERPO (no veinte) BIEN CONCERTADO y UNIDO ENTRE SÍ por TODAS LAS COYUNTURAS que se AYUDABAN MUTUAMENTE (el uno al otro) según la ACTIVIDAD PROPIA de CADA MIEMBRO (Según la gracia y la habilidad -dones- que el Espíritu Santo había repartido a cada uno. Este es el más importante lugar para la acción de los dones que fueron repartidos a cada miembro) RECIBE SU CRECIMIENTO (de la Cabeza que es Cristo: “Yo Soy la vid, mi padre es el Labrador...”) PARA IR EDIFICÁNDOSE EN AMOR.
    Es notable, este es el único lugar en esta sección donde se menciona “crecimiento”. También es la única mención de “amor”. La mención “crecer en amor” debe tomarse particularmente. Todo lo anterior, la función de los ministerios debe impulsar, principalmente, la función de las coyunturas, que es donde se efectúa el perfeccionamiento de los santos y la EDIFICACIÓN EN AMOR. Es para meditar.
    En cuanto al tema de la concertación, ver:
    a) Las dos dimensiones que toma la acción mutua: Hebreos 10:24
    - Amor
    -Servicio (buenas obras)
    En esto último está el hacer discípulos.
    b) Su funcionamiento: Colosenses 3:16.
    c) La gracia indispensable: Colosenses 3: 12-15.
    (A la vez, el fruto de esta íntima relación de los miembros).
    Esto, creo que nos ayuda a comprender los dones, los recursos y la gracia que Dios ha dado a la Iglesia por medio del Espíritu Santo para que seamos edificados a la imagen de nuestro maravilloso Señor y Salvador Jesucristo. “Aprended de mí, que soy MANSO y HUMILDE DE CORAZÓN…” Siendo ésta la clave de toda otra virtud, de la existencia misma de la Iglesia, de su unidad y de su maravillosa multiplicación.
    Espero tus comentarios. Fue hermoso “perder” un par de horas para un amigo a quien quiero de verdad.
     Recibe un fraternal saludo y abrazo en Cristo:
                                                                                Iván. 

    lunes, 15 de abril de 2013

    LA ACTITUD DEL EDIFICADOR - G. Klainerman


    ¿Con que actitud debemos hacer la obra?

    Vamos a mirar para responder a esta pregunta, la actitud del apóstol Pablo.

    (Col 1.24)
    Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

    En este versículo vemos a un hombre que va más allá de la simple respuesta al Evangelio. Este pasaje no nos muestra a un hombre casi vencido, luchando con las debilidades de su carne.

    En este pasaje vemos aun hombre que va más allá de si mismo, vemos a alguien que camina en victoria y muestra una actitud hacia la obra, hacia los otros.

    No dice “padezco por mi carne” sino que dice “padezco por vosotros”.

    A esta actitud debemos apuntar.

    Debemos madurar, debemos tener victoria sobre el viejo hombre y responder al llamado de colaborar con la edificación de la Iglesia.

    No puede ser que pase el tiempo y sigamos luchando con los mismos pecados, con las mismas debilidades. No puede ser que no maduremos, que siempre nos veamos como “labranza de Dios” y nunca como “colaboradores de Dios” (1Cor 3.9).

    No debemos dejar de mirar nuestro modelo, nuestro maestro, Jesús.
    Jesús vivió en santidad y padeció por causa de llevar adelante los propósitos del Padre.
    En nosotros se debe dar la misma ecuación espiritual:

    Debemos ser santos que padecen por causa de llevar
    los propósitos del Padre adelante.

    Actualmente parecería que no es así. Nuestros padecimientos se reducen a la lucha con nuestras concupiscencias, con nuestros deseos carnales, con nuestras pasiones, con nuestros deseos mundanos. Padecemos luchando con “nuestras ganas de pecar” y nunca nos entregamos de lleno a la obra del ministerio.

    Este versículo nos habla del padecimiento que verdaderamente nos hace parecido a Jesús: “El padecimiento que es por otros”.

    Cabe aquí la pregunta: ¿Estas padeciendo por otros? ¿O tu sufrimiento es solo por tu carnalidad, tu necesidad y tu debilidad?

    Padecer por otros es un rasgo de madurez espiritual y
    conformidad verdadera a Cristo.

    En el contexto del pasaje (Col 1.25-29), padecer es sufrir procurando edificar a otros a la imagen de Jesús. Es padecer trabajando para que Cristo sea conformado en las vidas de los discípulos.

    Colaborar para presentar perfecto en Cristo Jesús a otros es un arduo trabajo que nos hará padecer, pero se nos dice que lo debemos hacer con “gozo” y no “renegando”.

    Al mirar este pasaje Jorge Himitian nos dice de alguna manera que si uno “quisiera ser mal pensado” podría decir que lo que Pablo está diciendo aquí es una herejía porque dice que “el sacrificio de Cristo no fue suficiente, no fue completo para la redención de los hombres”. Pablo está diciendo que “falta que Cristo siga padeciendo por la Iglesia” y que “Pablo era el que tenía esos sufrimientos”.

    Debemos mirar este versículo a la luz del propósito Eterno de Dios.
    Jesús obtuvo en la cruz la victoria total y completa para la salvación del hombre. Pero una vez salvo, el hombre entra en un proceso de santificación, de edificación, de conformación a la imagen de Jesús y somos llamados a colaborar en este proceso.

    El cuerpo edifica al cuerpo”. Como discípulos colaboramos en la edificación de otros discípulos y esto conlleva esfuerzo, trabajo y padecimiento.

    ¿Estas padeciendo por otros? ¿Estas padeciendo por la Iglesia

    ¿Estas haciendo padecer a otros? ¿Estas haciendo padecer a la Iglesia?

    Podríamos decir que si no padecemos por otros, si no padecemos la Iglesia, entonces, estamos haciendo padecer a otros, estamos haciendo padecer a la Iglesia.

    Los que no maduran, terminan siendo un estorbo en el trabajo que tiene la Iglesia de llevar adelante el Propósito Eterno de Dios y de formar esa Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga que debe recibir al Señor en su segunda venida.

    Algunos no pueden colaborar en la edificación de otros porque “no pueden ni con ellos mismos”. Están prisioneros de su propio egoísmo y rebeldía.
    Algunos se aman tanto que ven como un “padecimiento extraordinario” el renunciar a su vieja vida y no pueden ver que el llamado y la radicalidad del Evangelio va aún mucho más allá y nos pide que “padezcamos por otros”.

    Cuanto antes nos demos cuenta de que el servicio en la vida cristiana no se debe centrar en mí, sino que se debe centrar en el Señor y en los demás, antes vamos a madurar y ser verdaderos discípulos.

    Debemos fijarnos que el 1er y el 2do mandamientos nos hablan de Amar a Dios y de amar a los hombres respectivamente ¿Dónde entramos nosotros en esto? En el papel de servir. Estamos para servir.

    Tener en cuenta esto nos llevará a ser coherentes en el servicio de la casa de Dios. Estaremos muertos a nosotros mismos y la vida de Cristo fluirá través de nosotros.

    Cuando miramos a Pablo vemos que en el y en sus colaboradores había un principio espiritual muy fuerte. 

    Esto lo vemos en  2Cor 3.11-12

    2Co 4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.

    ¿Podemos pensar así? ¿Estamos dispuestos a pensar así?

    Pensar que en mi debe actuar la muerte para que en otros actúe la vida.

    “Perder yo para que otros ganen”.
    Si lo pensamos, es algo que ocurre en la naturaleza: “Vemos una madre sacrificándose por su hijo. Lo vemos en los animales y en los humanos”. Los padres se sacrifican por los hijos en lo natural es así y en lo espiritual debe serlo también.

    - A través de tu desvelo, otros deben encontrar descanso.
    - A través de tu búsqueda de la verdad, otros deben hallar la verdad.
    - A través de tu insistencia en la oración, otros deben encontrar respuestas.
    - A través de tu inversión, otros deben ganar.
    - A través de tu desgaste, otros deben encontrar renuevo.
    - A través de tu abnegación, otros deben encontrar abundancia y paz.

    Cristo nos muestra este principio en 2Cor 8.9

    Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

    Vemos que en “su entrega” está “nuestra victoria”. En “su padecimiento” está “nuestra libertad”. En “su muerte” está “nuestra vida”. En su “hacerse pobre” “nosotros fuimos enriquecidos”.

    Vemos también que esto es algo “forzado”, es decir, Jesús busco que esto sea así. El “se hizo pobre siendo rico”.
    Nosotros también debemos “dejar que la muerte actúe en nosotros para que en otros actúe la vida”. Es algo que debemos procurar, sabiendo que es un principio espiritual para participar en la edificación de la casa de Dios a la manera de Dios.

    ¡Con esta actitud se edifica la casa de Dios!
    ¿Te parece mucho? ¿Te parece imposible e incoherente? ¿Te parece una locura?

    Debemos “tragar saliva” y reconocer que este es el Evangelio. Debemos reconocer que así actuó Jesús y así lo entendió Pablo.

    Somos llamados a con gozo padecer para que otros sean edificados.

    Veamos otros pasajes que nos hablan de esto y lo confirman:

    2Co 12:14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.15 Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.

    Flp 2:17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.


    1Ts 2:8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.


    Hermanos, la obra no se puede “hacer de taquito”.
     No puedo edificar a otros con lo que me sobra. Debo entregarme por completo.

    Una de las grandes causas de al falta de frutos en nuestras vidas y en la Iglesia es por la falta de entrega a la obra que se nos ha encomendado.

    2Ti 2:10 Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.

    En este pasaje Pablo dice: “TODO lo soporto por los escogidos” ¿Qué precio estás dispuesto a soportar por causa de los escogidos? ¿Cuánto estas dispuesto a padecer para edificar a otros? ¿Cuánto estás dispuesto a invertir en la edificación de la Iglesia?

    Pablo tenía carga por la Iglesia. Su compromiso con la visión se veía en su entrega a la edificación de los santos.

    El estaba dispuesto a todo para salvar a los hombres (1Cor 9.22).

    NUESTRO COMPROMISO CON LA VISIÓN SE VE EN NUESTRA ENTREGA Y DISPOSICION A SUFRIR EN LA EDIFICACIÓN DE OTROS




    Col 1:24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.