lunes, 4 de marzo de 2013

El ministerio didáctico de la Iglesia - J. Himitian


Jorge Himitian

Introducción:
Debemos destacar que el ministerio didáctico es el ministerio básico de la Iglesia por las siguientes razones:

1) Jesús era maestro. Su ministerio básico en la Tierra fue enseñar. Si bien hizo muchos milagros, su ministerio principal (sin contar su obra redentora) fue el de enseñar, pues de sus tres años de ministerio, lo que se perpetuó fue la enseñanza dada a los doce discípulos. Todos los beneficiarios de sus milagros murieron, pero sus palabras no murieron.
Jesús enseñaba primeramente a sus discípulos. Se encargó de darle todas las palabras que el Padre le dio a Él, y les comunicó Su revelación y Su voluntad.
Antiguamente, se consideraba a alguien como un buen maestro a aquel que destacaba una buena habilidad para hacer discípulos, y no por su elocuencia. Los destinatarios de las enseñanzas de Jesús eran todos los hombres de su pueblo, de su generación, y de las futuras generaciones. Pero él sabía que para alcanzar a todos, no era cuestión solo de dedicarse a las multitudes, sino de concentrar su enseñanza en un grupo reducido (los doce), y afirmar su enseñanza en ellos para que ellos la enseñaran a los demás.

2) El ministerio de la Iglesia es la continuación del ministerio de Jesús. Si el ministerio de Jesús era enseñar y hacer discípulos, entonces eso es lo que debemos hacer hoy.
Hoy en día las iglesias confunden este ministerio de Cristo, reduciéndolo a enseñanzas desde el púlpito en las reuniones. Este es un estilo muy poco eficaz, porque en la mayoría de los casos, los asistentes fácilmente olvidan el mensaje cuando este termina, y se transforman en simples oidores y no hacedores de la palabra.
Ante tiempos de renovación, la Iglesia esta en búsqueda de caminos mas eficaces para llevar a cabo su ministerio, pero las estructuras reunionistas nos atrapan y nos impiden despegar. Siempre se ha pensado que en el púlpito es donde se destaca el pastor, y que las reuniones congregacionales son el lugar perfecto para perfeccionar nuestro ministerio y que a través de estas lograremos edificar a la iglesia. Todo esto ha centralizado nuestro ministerio en el púlpito.

3) Durante muchos años, al hacer la obra sin haber entendido el propósito eterno de Dios, la meta de la iglesia era evangelizar y salvar almas, mientras que la del pastor era mantener a los creyentes en pié hasta que llegaran al cielo.
Hoy entendemos que la evangelización es el primer paso, y que el objetivo es edificar a cada convertido hasta que llegue a ser como Jesús. El elemento básico para esta edificación es la enseñanza.

4) Consideremos algunos términos bíblicos para tener mas claridad sobre el ministerio de la Iglesia:
Didaké (griego): En nuestras versiones, doctrina. En el N.T. significa enseñanza, instrucción. Su contenido consiste en mandamientos que revelan la voluntad de Dios.

Didaskalía: Traducido doctrina, significa lo mismo que didaké.

Didaskalós: Traducido maestro. Traducido maestro. Mayormente referido a Jesús. Referido a los pastores en el término literal, porque la función del pastor es enseñar la didaké, pues él es el didaskalós.

Didaskein: Enseñar. La función principal de Jesús y de la Iglesia quedan determinadas por este verbo.

Didakticós: Apto para enseñar. Es la gracia o el don que se requiere para ser anciano o pastor.

Mathetes: Discípulo. Uno que aprende, un aprendiz, un alumno. Es el término mas frecuente para designar a los discípulos de Jesús.

Todos estos términos hacen evidentes el ministerio de la Iglesia primitiva. El pastor era un didaskalós, un hombre de didaké, un adoctrinador, que tenía mathetes, alumnos, a quienes les transmitía la didaké para la transformación de sus vidas.

Para enfocar este tema debemos responder dos preguntas básicas:
¿Qué enseñar? (contenido de la enseñanza)
¿Cómo enseñar? (método de enseñanza)

En una respuesta sintética, el ministerio didáctico de la Iglesia consiste en enseñar lo que Jesús enseñó, y enseñar como Jesús enseño.

I- ¿Qué enseñar? (contenido de la enseñanza)
Ha habido muchas falencias en este sentido:
No ha habido una idea global e integral de que es lo necesario transmitir.
No ha habido un programa definido de enseñanza, a diferencia de las escuelas y las universidades.
Con los mensajes improvisados de cada semana, inconexos unos con otros, se ha apuntado mas que nada a el efecto inmediato de una buena reunión.
Se ha entretenido a la congregación con la infinidad de combinaciones que se puede hacer con los versículos de la Biblia, sin llegar a un punto de poder decir “Bueno, ya han aprendido todo lo que necesitaban saber”.
A la luz de las verdades aprendidas durante los últimos años, podemos afirmar que lo enseñado en años anteriores era equivocado, o de contenido pobre o incompleto.
En escuelas dominicales o estudios bíblicos, se enseñaba a los alumnos para informarles y para tener un mayor nivel intelectual y teológico, mas que para formar sus vidas.
Entonces concretamente, ¿qué debemos enseñar a una persona desde que se convierte hasta su madurez?. De eso trataremos en el siguiente estudio.

A- Enfoque conceptual
    1- Las Sagradas Escrituras y la Palabra de Dios
Existe la idea generalizada entre los cristianos de que lo que debemos enseñar es toda la Biblia. Si bien toda la Escritura es inspirada por Dios, haremos bien en diferenciar lo útil de lo indispensable.
La Biblia es un libro muy extenso, y si la tomamos como programa de enseñanza la labor se vuelve muy grande, y tan amplia que se volvería improductiva. Sería muy útil saber las historias y hechos de los personajes bíblicos, pero no indispensable.
Las Sagradas Escrituras registran las palabras que Dios habló a diferentes personas o pueblos en una circunstancia determinada (palabra circunstancial y particular), y las que Dios habló a todos los hombres de todas las épocas (palabra universal y eterna). Estas últimas son las que debemos enseñar con prioridad.

  2- Jesucristo y la Palabra de Dios 
Dios habló por medio del Hijo. El Hijo de Dios era el MENSAJERO, pero a su vez, Él era el MENSAJE. Él es la PALABRA y a su vez es el que da la PALABRA. Él es la VERDAD y el que PREDICA la verdad. El LOGOS ETERNO y a la vez el máximo PROFETA mediante el cual Dios comunicó a todos los hombres de todos los tiempos Su Palabra universal y eterna.
Jesucristo es la Palabra en cuatro aspectos:
La palabra es el medio de comunicación. En Jesucristo, Dios se expresó  y se comunicó con el hombre.
El era todo lo que enseñaba. Todas sus enseñanzas se basaban en su carácter y conducta. Él era la enseñanza de Dios, la didaké; la síntesis de la didaké es ser igual a Jesús.
 Jesús es el tema del Kerigma. El kerigma es la palabra de Dios que proclama el hecho de Cristo. Al proclamar la palabra, Cristo es revelado.
Cristo es la Palabra, pues Él es la sustancia de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no son simplemente sonidos que dicen Su voluntad, sino que tiene sustancia en sí misma, y en la plenitud de la Palabra de Dios, está la plenitud de su poder. El Padre y la Palabra son Espíritu, y Jesús es la sustancia espiritual de la Palabra que procede del Padre.

Cuando alguien oye la Palabra, hay una realidad espiritual presente, ya que Cristo es la Palabra; y el que recibe la Palabra, recibe a Cristo.

Aquella Palabra universal y eterna que Cristo es y enseñó, fue comunicada especialmente a doce hombres. La iluminación del Espíritu Santo fue fundamental para que ellos pudieran comprender el verdadero sentido de las enseñanzas de Jesús y, sobre todo, recibir la revelación concerniente a la persona de Jesucristo y Su obra redentora en toda su amplitud, trascendencia y universalidad en orden al eterno propósito de Dios.

3- Kerigma y Didaké
La parte fundamental de la palabra de Dios está en la revelación de Jesucristo registrada en las Escrituras del Nuevo Testamento.
El hecho de utilizar la Biblia para predicar o iniciar una predicación, no significa que seamos fieles al mensaje del Nuevo Testamento. Muchas veces se han hecho mensajes y estudios “bíblicos” donde se hace decir a la Biblia lo que no dice.
Para no tener dudas debemos mirar a los apóstoles. Ellos tenían un cuerpo completo y concreto de enseñanzas que consideraban indispensable comunicar, con una visión clara de este mensaje que debían comunicar.
Jesús les comunicó sus enseñanzas, de tal manera que al comisionarles para discipular a las naciones, les ordenó que enseñasen todas las cosas que él les había mandado. Este paquete de verdades y mandamientos es el kerigma y el didaké. Juntas comunican la Palabra del Señor, que debemos comunicar a todos los hombres de todas las naciones y todos los tiempos. Ellos sabían que el kerigma y el didaké era el contenido de su predicación y enseñanza. No es tan extenso como la Biblia pero está contenido en ella, y es lo que necesitamos conocer, creer y obedecer para ser iguales a Jesús.

(En el próximo punto, trataremos mas detenidamente el kerigma y el didaké)

B- Enfoque práctico
 1- ¿Qué es el kerigma apostólico?
     a) Su significado y características:
Kerigma es la palabra griega que traducida significa predicación. En castellano, “predicación” se refiere a la acción de predicar, pero en griego, kerigma incluye también el contenido del mensaje. La palabra “proclama” del castellano incluye los dos sentidos.
El verbo kerissein (predicar), no se refiere a exponer una doctrina, sino proclamar un hecho. El que lo proclama es un kerus (heraldo).
El kerigma apostólico es la proclama del hecho de Cristo. Esto se refiere a todo lo que implicó la venida de Cristo (su obra, sus palabras, muerte y resurrección, exaltación, etc.).
Consideremos en este hecho dos aspectos inseparables: el hecho histórico y el espiritual. El hecho histórico es el proclamado por los testigos oculares. Ellos vieron al Señor resucitado y ascendiendo a los cielos.
El hecho espiritual se refiere a lo que aconteció en su encarnación, muerte y resurrección (murió por nuestros pecados, nos santificó por medio de su muerte, etc.). Este hecho fue conocido por revelación.
El kerigma es la proclamación con unción y autoridad del hecho de Cristo para la salvación y transformación de los que creen. Al proclamarla hay un fenómeno espiritual pues en él hay espíritu (pneuma) y poder (dinamis). El que lo proclame no debe ser un repetidor, sino uno que arde por el Espíritu.
El kerigma apela a la fe pues proclama la verdad (Cristo). Cuando alguien oye la verdad y la cree, esta recibiendo a Cristo por la fe que el kerigma provoca en él, y participa de el hecho de Cristo.



b) Su contenido
Kerigma = Hecho histórico + Hecho espiritual
El kerigma es uno solo, pero podemos referirnos (dependiendo a que queramos estudiar) al kerigma en su aspecto de evangelización y de edificación.
Los puntos principales del kerigma son:
La preexistencia y la deidad de Cristo.
Su encarnación
Su ministerio
Su muerte
Su resurrección
Su exaltación y señorío

En el kerigma de edificación, se agregan a los anteriores los siguientes puntos:
Nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección.
La presencia de Cristo en nosotros por Su Espíritu.
El propósito eterno de Dios.
La Iglesia.
La segunda venida de Cristo, etc..


     c) Su estilo
El kerigma es equivalente al evangelio (buenas noticias), por lo tanto debe ser proclamado como noticia. El contenido del kerigma es siempre el mismo, pero cambia su estilo de presentación dependiendo de la sociedad en la que deba ser proclamado, de tal forma de que no deje de ser noticia.

2- ¿Qué es la didaké?
     a) Su significado y características:
Consiste en enseñanzas, instrucciones, mandatos claros que revelan la voluntad de Dios para nuestras vidas. Generalmente son mandamientos o afirmaciones que sugieren el mandamiento.
Es simple, claro y directo. “Hijos obedeced a vuestros padres”.
Es un cuerpo definido y completo de enseñanzas.
Ordena la relación profunda del hombre con Dios y con su prójimo de una manera total.
Se expresa en imperativo. Sus enseñanzas son mandamientos, por lo que estamos bajo autoridad y apela a la obediencia.
Abarca todas las áreas de nuestra vida: familia, trabajo, servicio, etc. .
Se centra en Cristo, pues Él es la fuente de donde proviene toda doctrina y también su ejemplificación.
El objetivo de la didaké es hacernos semejantes a Jesús.
Su  contenido equivale a la parte moral de la Ley, aunque profundizada y esclarecida para no quedarnos con la parte exterior de la Ley.
Es palabra de Dios, y por lo tanto, no puede ser modificado.
Es universal. Revelan la voluntad de Dios para todos los hombres de todas las generaciones.
Su contenido no se impone por lógica sino por la autoridad de Jesús. Muchas veces da la impresión que los mandamientos de Jesús son ilógicos (sermón del monte), pero en ellos está la sabiduría de Dios para sanar todos los males que adolece la sociedad.
Es necesario conocerla, obedecerla, recordarla, encarnarla, y ser renovados en ella mediante la repetición.
Es la base para toda amonestación, represión y disciplina de la Iglesia.
La enmarcación de la doctrina, su división por temas, etc., es algo relativo. Puede ser de un modo u otro, pero su contenido es absoluto e invariable.

     b) Su relación con el kerigma
Habíamos dicho que la didaké era la parte moral de la Ley, pero en realidad, es mas exigente que la Ley (sermón del monte). Entonces, ¿cómo afirma el Señor que su yugo es fácil y ligera su carga?. Es que la didaké tiene que estar relacionada con el kerigma, como la locomotora con los vagones: la didaké son los vagones, y el kerigma es la locomotora. Este kerigma es Cristo en nosotros, es poder (dinamis) de Dios en nosotros por medio de Su Espíritu. Mientras que la didaké sin el kerigma es un moralismo cristiano y muy frustrante. Si bien hemos estudiado el kerigma y el didaké por separado, en la práctica deben trabajar juntos e interrelacionados.
El justo vivirá por la fe, no por obediencia. Cuando creemos la proclama, el poder actúa en nosotros.


II- ¿Cómo enseñar? (método de enseñanza)
  Método significa una manera determinada de hacer las cosas. Muchos tienen miedo a esta palabra, probablemente por tener una mentalidad muy idealista, otros por no querer disciplinarse, o ambas cosas. Es un medio para lograr algún objetivo, y el mejor método será aquel que resulte más efectivo y más apropiado para alcanzar los objetivos. Tengamos en claro que el método no es el fin en si mismo, por lo que, si un método no sirve, tengamos libertad en reemplazarlo por otro.

Al enseñar la Palabra de Dios a un discípulo debemos apuntar a los siguientes tres objetivos:

1° Objetivo: Que conozca bien la Palabra
Diferentes métodos de enseñanza:
Discurso: Esto es lo que mas se ha hecho. Si bien el discurso inspira, produce fe, impacta; es el método mas ineficaz (si queremos que aprendan bien la palabra), pues crea oidores olvidadizos.
Discurso con oyentes que toman apuntes: Eso es un poco mejor, pero no todos pueden tomar buenos apuntes, ni tampoco se puede tomar apuntes a todo predicador.
Discurso con apuntes escritos para los asistentes: La ventaja es obvia. La desventaja es que muchos los archivan sin estudiarlos.
Discurso con ayudas visuales (pizarrón, gráficos, proyecciones, etc.): Se retiene mucho mejor.

El catequeo: Significa resonar a viva voz. Se lo conoce como el método que usaban los apóstoles y los primitivos propagadores del evangelio, de enseñar la doctrina de Cristo, haciendo a sus alumnos repetir a viva voz lo que ellos decían, valiéndose principalmente de la memoria.
Canto: El canto hace mas fácil la memorización y agrega unción y fe.
Apuntes, libros, cassettes: Sepamos usar bien los medios como la imprenta y la electrónica. Los libros recomendados no solo deben ser leídos sino también estudiados.
Estudios guiados en grupos: Crean una buena dinámica con la participación de todos.
Responder preguntas de los discípulos: Jesús utilizó mucho esta forma de enseñanza. Lo principal de esto es que se va directo al grano.
Dramatización: Ciertos profetas comunicaban el mensaje de esta forma: Hechos21:10,11; Jeremías 13:1-11.
Examen escrito: Es una muy buena manera de lograr que las enseñanzas sean estudiadas a fondo y de saber que es lo que aún no han aprendido bien.
Examen oral: Al preguntar a cada uno en el grupo con las respuestas y las aclaraciones se crea una buena dinámica.

 No es cuestión de escoger un método y desechar el resto, sino utilizar todos, y según la necesidad y circunstancia. Lo importante es que conozcan bien la Palabra. Dentro de este objetivo se deben considerar dos aspectos: el conocimiento intelectual = información, y el conocimiento espiritual = revelación. No nos limitemos a la información, sino que debemos orar para que lleguen al verdadero conocimiento por medio de la revelación.

 2° Objetivo: Que vivan la Palabra
El discípulo es una persona comprometida con Jesús, a quien reconoce como su Señor. Es una persona dispuesta a ser enseñada no para saber cosas nuevas, sino para ser lo que aprendió. No quiere aprender cosas nuevas por curiosidad, sino porque quiere conocer la voluntad de su Señor para obedecerle.
Enseñamos con el ejemplo: Es esencial que el discípulo conozca al que le enseña. En realidad es con el ejemplo que se logra la mayor parte de este segundo objetivo, y es aquí donde podemos arruinar o edificar al discípulo.

Debemos conocer la vida del discípulo: Nunca llegaremos a conocerlo si solo nos encontramos en reuniones formales. Es necesario estar juntos, conocer su trasfondo, escuchar sus confesiones y problemas, pensamientos, y actitudes frente a diversos aspectos de su vida.
Instruimos específicamente: Al conocerle, traducimos la enseñanza general a una instrucción específica a su situación y necesidad.
Corregimos lo deficiente: Le supervisamos para ver si se ha corregido. Es evidente la importancia de conocer al discípulo de cerca.
Amonestamos, reprendemos, disciplinamos: Primero debemos enseñarle. Luego, si sabe y no lo hace, le amonestamos; si persiste le reprendemos; si es mas grave le disciplinamos.
Alentamos, infundimos fe: Tenemos que tener en cuenta de que estamos en constante lucha contra el desalentador, quien no se cansa de mentirnos; por lo tanto, recordemos que esta es la parte mas importante de nuestra relación con el discípulo, infundiendo fe por medio de la proclama de la verdad, reconociendo los progresos.

Este segundo objetivo no se logrará con lecciones, sino con una relación vital con el discípulo. Para formar a otros hay que darse a si mismo. Es un trabajo absorbente y que requiere compromiso y dedicación. Por lo tanto, es necesario que exista un ambiente de confianza, amor, fe, mucha paciencia, humildad, amistad, sujeción y autoridad.

3° Objetivo: Que enseñen la Palabra:
Esta es la dinámica del crecimiento continuo y es esencial que apuntemos a este tercer objetivo. Según Hebreos 5: 12, lo normal es que los que son enseñados en la Palabra lleguen a ser maestros. Se debe instruir a cada nuevo convertido, haciéndole ver que es un obrero del Señor, capacitándolo para que pueda enseñar a otros. No todos tendrán la misma medida, pero cada uno según su nivel y fe, podrá hacerlo.
Es fundamental que el discipulador conozca bien la Palabra y que la viva. Si los discípulos se limitan a vivir la Palabra sin enseñarla, la iglesia se estanca, y por lo tanto destruirse. Por eso debemos apuntar a este objetivo, solo si hemos logrado los anteriores.
Llevar a los discípulos a hacer la obra con nosotros, para que sepan como se hace la marcha.
Alentarles a atender nuevos discípulos, una vez que hayan alcanzado un crecimiento básico.
Instruirles lo que deben enseñarles y como tratarles. Ellos discipularán a otros en la misma forma en que ellos fueron discipulados.
Supervisar la obra que hacen.
Delegar responsabilidad, y en la medida que crezcan, darles cierta libertad para que hagan la obra en su propio estilo y gracia.
Velar siempre sobre los discípulos, sus familias, y sus obras. Ser una verdadera cobertura espiritual. Reconocer su gracia y don, y promoverles a funciones mayores.

 Conclusión:
El método que la iglesia utilizaba para formar vidas, no eran los seminarios ni en “haga este curso de santidad por usted mismo”, sino que lo hacía en el contexto normal de su vida y de sus relaciones. Los enseñadores eran personas experimentadas en esto, y los pastores surgían de la comunidad, siendo reconocidos por su madurez y el fruto de su ministerio.
Si los pastores nos abocamos a la formación de discípulos con estos tres objetivos, estaremos creando el ambiente necesario para el surgimiento de nuevos obreros.
Es necesario una estructura de funcionamiento adecuada a esta manera de enseñar. Ejemplo: Los pastores forman un ministerio plural sobre la congregación. Esta a su vez, esta integrada por diferentes núcleos en grupos de hogar, los cuales tendrán, cada uno de estos líderes responsables de su grupo. Cada líder será discipulado por los pastores (la función principal de estos será la formación de líderes), quienes supervisarán la obra de sus discípulos. El líder se rodea de varios colaboradores y junto con ellos se encarga de discipular el resto del grupo. Por último, cada discípulo es atendido por alguien que asume la responsabilidad de velar y edificarle, enseñándole la Palabra para que la CONOZCA, la VIVA, y la ENSEÑE .

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