sábado, 30 de marzo de 2013

BENDICIÓN, CONDICIÓN Y ADVERTENCIA.



Meditación de IVAN M. BAKER, 1/11/2000  

Son las 4:49 de la mañana y vino fuerte sobre mí la carga del mensaje que debo predicar.
Cuando entré gozosamente a este movimiento de renovación, lo hice porque entendí que volvíamos a las Escrituras, a la plenitud de las Escrituras; que nunca más íbamos a tapar la unción del Espíritu, sino que nos íbamos a entregar a ella gozosos. El bautismo en el Espíritu Santo no sería más un tema tabú que producía una confusión cotidiana, ni una teología bíblica, sino una aclaración poderosa dada por el Señor.
Dios nos hizo volver al Evangelio del Reino, que se había predicado tan confusamente .Yo pienso que no necesitamos agregar palabra a lo que ya se dijo. Yo adhiero al Evangelio del Reino como premisa para que la obra que hagamos sea acepta a Dios. El Evangelio del Reino difiere fundamentalmente del evangelio de las ofertas porque solo en el primero se cumplen las demandas de Dios y de su Palabra sobre nuestras vidas, entendiendo que un
discípulo es uno que oye todo lo que Cristo dice y hace todo lo que Cristo manda. No se dan solamente las bendiciones de Dios y las ofertas del Señor, sino que también las demandas están igualmente claras e inconfundiblemente explicadas. De lo contrario, el Evangelio pierde sustancia.

Entendí que el Evangelio del Reino es el gobierno de Dios en nuestra vida. El gobierno de
Dios significa que somos sujetos al Él; que no solamente bebemos de la fuente de la
bendición prometida, sino que somos fuertes y hábiles en poner nuestras vidas en
sacrificio vivo, en salir del mundo y de su concupiscencia, en huir de él y ser un pueblo
peculiar, donde todas las demandas de Dios están presentes y cumplidas, por lo tanto
todas las promesas de Dios están igualmente presentes y cumplidas. Pero esto es
imposible si la premisa es que el ministerio sea agradar el oído de los oyentes, dedicarles
sermones positivos, un mensaje de que todo va bien, llevarles al éxtasis de la no
responsabilidad, de la no consagración, de la no santidad de la carne. Sin embargo, sin
santidad no veremos al Señor.

Principios fundamentales que debemos enfatizar:

1. La bendición: si no hay bendición, no hay Evangelio. Tenemos que enfatizar la
bendición, el amor de Dios, la paciencia de Dios, la misericordia de Dios, las
promesas del Señor. Ese es el Evangelio, las Buenas Noticias, el llamado.

2. Las condiciones: por ejemplo, no solamente puedo y debo decir “la sangre de
Jesucristo me limpia de todo pecado”, sino también: “si andamos en luz como Él
está en luz, tenemos comunión unos con otros”. El versículo es incompleto sin esa
parte. En verdad debo predicar así: “pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado”. El don que Dios da a los que son fieles es la sangre que nos limpia,

pero no podemos dar indiscriminadamente esta palabra fuera de su contexto a
nadie. Siempre irá junto con el contexto, la condición con la bendición.

3. La advertencia: Es el tercer elemento indispensable. Son las palabras que
comienzan con “cuidado que”, o “no sea que”. Eso también tenemos que darlo;
no es cuestión de predicarlo todos los días, pero tenemos que estar seguros de
que la congregación entiende su responsabilidad ante el gran amor de Dios. Este
ingrediente tiene que estar presente para que podamos decir con verdad que
basamos la iglesia sobre la predicación del Evangelio del Reino.
Así que hay tres cosas sobre las cuales basamos este Evangelio: Primero la bendición, la
igualmente explícita condición y frecuentemente la advertencia: “Ten cuidado que”, “No
sea que”. Por ejemplo:
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que 
hemos oído, no sea que nos deslicemos”.

El uso indiscriminado de las bondades y de las bendiciones de Dios, dadas
deliberadamente y sin contexto, es el oprobio de la iglesia. Es el final del Evangelio, es la
corrupción del mundo y del corazón del hombre, la mezcla infinita que siempre trajo dolor
y confusión. La espada tiene que ser aguda, tiene que ser de doble filo, tiene que penetrar
hasta las coyunturas y los tuétanos, hasta que discierna los pensamientos y las intenciones
del corazón. ¡Oh hermanos, qué importante es que este Evangelio sea predicado, que este
Evangelio sea vivido!

Este es el Evangelio del Reino, el Evangelio glorioso, el de las Buenas Noticias de Dios. Es el
evangelio que santifica, que purifica, que forma discípulos, santos, hombres y mujeres
esclavos de Cristo. Pone la alarma y el pueblo huye de la tentación, huye del pecado, huye
del mundo a los brazos de Dios para ser pueblo santo y agradable a Él. Por eso tenemos
que predicar la bendición, la condición y la advertencia.
Pero en general siempre se busca la bendición. Siempre queremos responsabilizar a Dios
por todo y no tener ninguna responsabilidad nosotros. La palabra dice muy claramente
que sin santidad no veremos al Señor. Si el Evangelio que predicamos no lleva a la Iglesia a
la santidad, somos falsos testigos de la verdad. Somos parte del elenco que Pablo señala,
de los que retiraron sus ojos de la Palabra y se volvieron a las fábulas. Porque encontraron
filones interesantes de poca doctrina y mucha bendición, para complacer el oído de los
oyentes.

Pero en cuanto al mismo Pablo, amonesta a Timoteo solemnemente: “Te conjuro delante
de Dios”, como haciendo juramento delante del Señor, invitando a Timoteo a un
verdadero pacto mutuo a predicar la Palabra en tiempo y fuera de tiempo, a redargüir, a
exhortar con toda autoridad y doctrina; en tiempo y fuera de tiempo, cuando quieren oír y
cuando no quieren oír, lo agradable y lo desagradable, juntamente; la bendición, la
condición y la advertencia; “porque vendrán días cuando no sufrirán la sana doctrina,

quitarán sus ojos de la Palabra y se volverán a las fábulas”. Esos serán falsos maestros,
falsos profetas que van a terminar en la perdición.

Pablo sabía que Timoteo podía llegar a ser débil frente al reto de Dios, frente a la
demanda de Dios. Por eso enfatiza que habrá tiempo cuando quieren oír y tiempo cuando
no quieren oír: “redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. Una cosa
no es posible: tener mensajes complacientes e iglesia santa, con pastores livianos y no
consagrados, ¡imposible! Los pastores tienen que orar por la santidad, clamar por la
santidad, predicar la santidad. Dios quiere un pueblo suyo propio, celoso de buenas obras.
Recién cuando tomamos todo el capítulo de las advertencias, empezamos a darnos
cuenta cuál es el ministerio que tenemos que dar. Seguramente no es liviano,
seguramente no complace al auditorio. Seguramente contiene muchas cosas que
molestan, por eso no las queremos decir. Pero si no las decimos, nos transformamos en
falsos enseñadores y nos unimos al elenco de los profetas falsos. ¡Dios nos libre y nos
guarde! ¿Eso empaña el gozo? No. El gozo no es cantar lindas canciones y reír en la
reunión. El gozo viene de la obediencia, cuando los siervos de Dios están bien
alimentados, nutridos en la verdad, cuando tienen sus vidas limpias y sus ojos abiertos,
cuando se han santificado, sus ropas están limpias, sus lámparas encendidas y el aceite de
Dios llenando la cuba.

Esta es la Iglesia que Dios aprueba. Debemos ministrar de tal manera que Dios apruebe
nuestro ministerio. No será fácil. No fue fácil para Pablo ni para Timoteo. Por eso este
recado tan fuerte, tan angustioso, tan solemne que el padre espiritual da a su hijo y
discípulo Timoteo:
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los 
vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,que prediques la 
palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, 
exhorta con toda paciencia y doctrina.”.

Este es el movimiento de restauración que Dios nos propuso, es el Evangelio del
movimiento de restauración. Esta es la santidad que Dios demanda y éste, el día de hoy,
es la segunda oportunidad que Dios nos da de levantar un pueblo así. Si fallamos, me
parece que no tendremos más oportunidades.

Cuidémonos unos a otros, amonestémonos como Pablo amonestó a Timoteo; quitemos
todo lo liviano, todo lo teórico, lo carismático que no obedece al Señor. Lo lindo, lo
agradable que hace saltar y cantar a los santos pero no les da la palabra correcta, no los
amonesta como corresponde. Las festividades de alegría que no contienen en la intimidad
de sus espíritus la verdadera palabra del Evangelio, la verdadera santidad, la verdadera
solemnidad frente a las riquezas de la gloria de la herencia que nos ha sido ofrecida. ¿Qué
tienen que ver las reuniones con esto? Si no traen esos ingredientes de santidad, si no
está la amonestación, si no está la aclaración meridiana, si no está la exhortación santa, si

no está la demanda espiritual y divina, no hay nada, ¡no hay nada! Hemos perdido el
tiempo de Dios y el nuestro. Hemos engañado al pueblo que Dios puso en nuestras manos
para que lo instruyamos y exhortemos al amor, a las buenas obras y a la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor.

“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que
hemos oído, no sea que nos deslicemos.”

No seamos livianos en el uso de la Palabra. En estos días escuché el mensaje de un
hermano que usó justamente la bendición más grande con la liviandad más profunda:
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni 
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo 
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, 
que es en Cristo Jesús Señor nuestro”

Y eso se lo dijo a toda la iglesia, sin las condiciones establecidas un poco más arriba. Se
olvidó de que esto está dirigido a una iglesia que sufre, pero no por sus pecados, sino por
su fidelidad; por eso les dice:

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.”

Hemos entregado todas las cosas a Cristo. Hemos rendido la vida, tiempo, honor y gloria a
Él, entonces viene la Palabra para esta clase de discípulos: “ni la muerte, ni la vida, ni 
ángeles, ni principados ni potestades…” ¿pero a los demás? Les dice:
“es necesario que con más diligencia atiendas las cosas que has oído, no 
sea que te deslices”

Por eso dijo Cristo:
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará… y los recogen, y los 
echan en el fuego, y arden”.

También dice Pablo:
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente 
para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en 
esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.”

También dice de sí mismo:
“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera 
peleo, no como quien golpea el aire,sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo 
en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo 
venga a ser eliminado.”

Otra palabra de Pablo:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros 
mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en 
vosotros, a menos que estéis reprobados?

Cuando dejamos la fuente del Señor, cavamos nosotros mismos cisternas, pero que están
rotas y que no contienen agua. Eso fue lo que les pasó a los Efesios, y está registrado en el
capítulo 2 de Apocalipsis. Dejaron su primera forma de servir a Dios; la instancia es volver
al principio, y hacer las primeras obras. Las primeras obras que hicieron cuando no
conocían otra cosa que a Cristo, no tenían otra Biblia que el Espíritu que les guiaba, no
tenían otra voz que la de Cristo, no eran teólogos, no conocían aún la Biblia. Estaban
guiados por el Espíritu de Dios, las cisternas profundas llenas de agua de Dios estaban
corriendo entre ellos… hasta que se hicieron sabios y entendidos en materia de religión,
de doctrinas, comenzaron a copiar métodos. Luego, lo que empezaron en el Espíritu lo
siguieron en la carne, al punto que el Señor, a una iglesia que trabajaba diligentemente,
que no desmayaba, que había hecho muchas cosas religiosas, de aparente buen nombre,
la descalifica. Y les exige que vuelvan al principio. Algunos piensan que tenían que poner
más amor. No es eso lo que la Palabra dice:

“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras 
obras;

El primer amor era cuando todo lo hacían en Cristo. El amor de ahora es religioso,
teológico, lo divino elaborado por el hombre, lo divino administrado por el hombre, lo
divino hecho en la virtud, cansancio, fatiga y dedicación del hombre.
Dios no olía perfume grato; ellos fueron salvos, pero la propuesta no es que meramente
se salven por fuego. El ejemplo de Cristo es elocuente:
“Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que
mora en mí, él hace las obras.”.

El ejemplo de Pablo es contundente: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. No mis tinajas,
no mis cisternas; las de Cristo, las de Dios. Las mías están rajadas. “Texto sin contexto es
pretexto”. Dios nos libre al enarbolar la bandera de la renovación, de la restauración, del
avivamiento que empezamos hace treinta años. Ahora Dios nos da una nueva
oportunidad, y que esta nueva oportunidad venga con todo el poder de la Palabra, con
toda razón del Espíritu, con toda amonestación de lo alto, con toda fuerza; imitemos a los
hombres que así predican, que así enseñan e imitémoslos como hombres dignos de ser 6
imitados. Pero los que juegan con la doctrina, los que buscan formas de atraer, los que
insisten en dar al pueblo lo que el pueblo quiere recibir, van a ser finalmente
descalificados y no habrá para ellos esperanza. Dios nos libre de ser negligentes, o torpes
e ignorantes en las cosas más importantes, como el Reino de Dios, el Evangelio de Cristo,
el llamado del Señor.

Dios está trabajando para que tener un pueblo propio, santo, celoso de buenas obras.
Amén.

Algunos versículos que pueden enriquecer esta palabra:
 Hebreos 2:1-3
 Hebreos 12:12-17
 Hebreos 5:11-14 y 6:1-9
 Hebreos 10:36-39
 Hebreos 3:12-14
 Santiago 2:14 y 26
 Juan 15:1-6
 Romanos 11:16-22
 1º Corintios 9:26-27
 2º Corintios 13:5
 Hebreos 3:12-14




viernes, 29 de marzo de 2013

SEIS PREGUNTAS SOBRE EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS - M. Moraes




Reflexiones de Marcos Moraes sobre el Propósito Eterno de Dios.  Octubre 2010, Río Preto. Brasil.

INTRODUCCIÓN
      Nos proponemos reflexionar acerca del Propósito Eterno de Dios. La manera en que lo haremos será mediante seis preguntas que formularemos, procurando contestarlas con textos del Nuevo Testamento. Meditemos  en las preguntas realizadas para luego hallar los versículos adecuados para responderlas. Nos encontramos con estas grandes verdades que dan dirección precisa a nuestra vida.
     Como introducción queremos afirmar que esta verdad debe tener un papel central en
nuestra vida, es el ingrediente principal sin lo cual todo pierde su sentido. Como obreros en la
Casa de Dios no trabajamos solo para formar gente, para crecer, agrandar la iglesia y para
tener un lindo grupo. Debemos trabajar en función del llamado que hemos recibido,
cooperando con el Propósito Eterno de Dios. Seria un error trabajar desenfocados y
dispersos, sin concentrar el corazón y la energía en la dirección correcta.
     Focalizar la atención  en este tema tiene una importancia central en nuestro aporte a la
edificación de la casa de Dios. Si queremos lograr intensidad, debemos concentrarnos Como
sucede con una lente que concentra la luz en un punto y logra quemar un papel, así tenemos
que concentrar nuestra mente y corazón en este foco principal, para lograr potencia y energía
en nuestro trabajo.

LAS SEIS PREGUNTAS
        Haciendo un breve repaso, recordamos que el Propósito Eterno de Dios no es solo salvar
a los hombres, sino tener una familia de muchos hijos semejantes a Jesús.  La salvación es
sólo un medio para alcanzar el objetivo. Durante este estudio, procuremos poner la mente y
el corazón en lo que  la Palabra de Dios tiene para decirnos respecto a este tema.
Proponemos detenernos en seis puntos que el Nuevo Testamento señala en relación al
Propósito Eterno, seis realidades fundamentales que tienen que estar claras y vigentes en
nuestra vida.
1- ¿En qué momento y en qué circunstancia nació el Propósito Eterno de Dios?
2- ¿Cual de sus atributos, Dios ha puesto enteramente a disposición del cumplimiento de
este Proyecto?
3- ¿Qué ocurre en el corazón de aquel que tiene revelación de este Propósito?
4- ¿ Qué ocurre con  el ministerio del que tiene esta revelación?
5- ¿Cuál es la estrategia dispuesta por Dios para el cumplimiento de este Propósito?
6- ¿Cuál es la dinámica en la vida del discípulo para que se desarrolle este Propósito?

(Nota del traductor: Sería muy recomendable que, para trabajar con este material, con grupos de 
discípulos, se enuncien sólo las preguntas. Los hermanos deberían pensar, buscar, y contestarlas haciendo 
uso, solamente, de pasajes del Nuevo Testamento. Luego, el coordinador, podría utilizar todo el apunte, con 
el fin de ampliar los conceptos)


1- ¿En qué momento y en qué circunstancia nació el Propósito Eterno de Dios?

Respuesta:
Ef 1:4-5   “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad”

Reflexión:
Tomando como referencia este texto, vemos que el  Propósito Eterno nació en la
eternidad pasada, en el corazón de Dios, dentro de su persona. La comprensión de este
punto es extremadamente importante y necesaria. Si no entendemos esto, esta verdad
fundamental será, en la mente de los hermanos, nada más que una doctrina inerte, un
conocimiento teológico. Sería triste que el Propósito Eterno de Dios se transformara, entre
nosotros, solo en un tema más de nuestra carpeta de enseñanzas.
         Todas las cosas toman su lugar y razón de ser en función de esta verdad, pues, el
universo fue creado en función de este Propósito,  que nació primeramente en el corazón de
nuestro Padre. Dios no está simplemente tratando de salvar a los que se perdieron. En su
mente la salvación es solo un detalle dentro de un cuadro mucho mas amplio. Hemos
entendido que el Propósito Eterno de Dios es la razón de ser del universo y de toda creación.
Si no fuera por este Proyecto, Dios no hubiera tenido necesidad de crear nada. Todo lo hizo
porque quería una familia de hijos semejantes a Él, hijos entre los cuales Él pudiera habitar.
       ¿Qué  produce el entender esto en el corazón de un discípulo? Hay otros pasajes que
producen fe... Pero hay un elemento que solamente es producido por esta comprensión. La
revelación de este misterio es lo único que produce, en el corazón, verdadero sentido de
propósito. Comprender esto es comprender la razón por la cual yo existo. Esto responde a la
gran cantidad de dudas y preguntas que hay en la mente de las personas sobre el por qué de
su existencia.
   Testimonio de uno de los presentes: “Me convertí a la edad de 17 años, no era un gran
pecador, no tenia casi vicios, pero había algo en mi vida que me hacía un miserable: no sabía
para que vivía. Cuando me convertí, le encontré sentido a mi vida. Pero hoy entiendo que, ser
cristianos sin la comprensión del Propósito Eterno,  puede hacernos aún más miserables.”
     ¿Para qué se vive cuando el Propósito Eterno  no está claro?  Para el que no tiene esta
revelación la vida se transforma en un absurdo total. Y debe encontrar, de alguna manera, un
propósito para vivir. Algunos quieren ser ricos o famosos, otros tienen objetivos mas simples:
criar bien sus hijos, alimentarlos, que luego se casen... Otros tienen propósitos mas sencillos
todavía: vivir cada día para trabajar y ganar el sustento para poder alimentarse,  para poder
continuar trabajando y ganando su sustento para poder seguir viviendo. Vivir así es una
locura. Aquel sujeto que cae en los vicios, en las drogas, en el sexo, lo que esta haciendo es
tratar de encontrar una razón para su vida. Como resultado de su falta de objetivo, su
personalidad se ve afectada (su psiquis queda perturbada).
     El Propósito Eterno tiene ese ingrediente importantísimo, el de dar sentido a nuestra
existencia. Recuerdo que cuando comenzó el Movimiento, en Argentina, una de las 3
canciones mas cantadas era el texto de Efesios 1: “Bendito sea el Padre... “.  Hoy hay muchas
canciones para cantar...  Deberíamos proclamar cantando, nuevamente, estas verdades...

2- ¿Cuál de sus atributos, Dios ha puesto enteramente a disposición del cumplimiento de 
este Proyecto? 

Respuesta
      
Rom. 8:28-29  “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.  Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

Reflexión:
Necesitamos entender que cuando Dios diseñó este Propósito, puso a disposición de
éste, toda su soberanía. Esto es lo que Rom. 8:28 nos está diciendo: el altísimo  Dios controla
todas las cosas, y  trabaja usando todas la cosas que ocurren de tal forma que  colaboren con
el cumplimiento de su  Propósito Eterno
         Vamos a ilustrar esta verdad: Un empresario experimentado no solo cuenta con un
esquema de funcionamiento. Él sabe de antemano, no solo cuáles son los elementos
indispensables para su empresa, sino que también está preparado para enfrentar todos
aquellos reveses que pueden surgir.  Él tiene una lista de posibles dificultades con las que se
encontrará, así como también las respectivas soluciones para  dichos problemas, Pero Dios
no se preocupa por los reveses en su empresa. Él los usa,  los manipula, trabaja con las
circunstancias, de tal forma, que estas cooperan con su fin. Ningún empresario puede hacer
esto, solo puede enfrentar los problemas procurando solucionarlos, Dios trabaja de tal forma
que todos los sucesos le son favorables. No algunos sucesos, sino todos... Por eso decimos
que el atributo dispuesto por Dios para el cumplimiento de su Propósito, es su misma
soberanía.
        Debemos creer que todas las cosas están bajo su control. Su Propósito Eterno tiene una
dotación de recursos infinitos. El presupuesto destinado por Dios no tiene límites, este
Proyecto no tiene posibilidad de fracaso.  Si nos sujetamos al Señor y buscamos su voluntad
para nuestra vida, no fracasaremos. Podemos garantizar que así será.
    Este pasaje de Romanos no nos debe servir solo para explicar que Dios quiere transformar
a sus hijos. Este no es el objetivo del pasaje. Es para aclarar esto: todas las cosas ayudan a
bien a los que conforme a su Propósito son llamados. Esto lo amplía luego, cuando nos dice:
a los que conoció, también los predestinó para que fuesen transformados conformes a la
imagen de su Hijo. El objetivo principal del pasaje es traernos esperanza, e impedir que, en
nuestro caminar, nos desanimemos, y en las dificultades seamos tentados a desistir.

3- ¿Qué ocurre en el corazón de aquel que tiene revelación de este Propósito?

Respuesta
Fil 3:12-14  “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo,
por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Reflexión:
Aquí el apóstol nos está hablando de su anhelo de alcanzar este Propósito. Pablo nos
está mostrando su realidad interior. Vemos la fuerte intensidad con que esta realidad  habita
en su corazón. Pienso que aquí nos está expresando cómo es el corazón de una persona que
fue marcada por la revelación de este Propósito. Lo expresa así: No que lo haya alcanzado ya,
ni que sea perfecto, sino que prosigo por ver si logro conquistar aquello para lo cual fui
conquistado. Jesús me conquistó a mí con este objetivo,  y ahora yo quiero conquistarlo a Él.
          Es interesante que algunas traducciones usan una palabra más fuerte: Aquello para lo
cual fui preso. Es una expresión más intensa que  conquistado. Significa que Pablo se
consideraba un cautivo, un prisionero del Propósito Eterno de Dios. Para usar una expresión
mas moderna, diríamos que el apóstol fue poseído por una obsesión. Pablo era un obsesivo,
y aquella obsesión era alcanzar a Cristo, la razón por la cual había sido tomado. Ahora su
mente se encontraba esclavizada por esto, y expresa:  “Lo que era para mí ganancia, lo
estimo por pérdida por amor a Cristo, y aunque no lo he alcanzado, prosigo a la meta.”
            La persona que tiene esta revelación, no se distrae con otras cosas. No está
preocupada con cuestiones secundarias, su corazón se encuentra cautivado con este tema
esencial. Puede ser que en el inicio de la vida cristiana este preocupado, tenga dudas: ¿he
sido salvo? ¿Estoy lleno del Espíritu Santo? ¿Podré testificar? Pero una vez que tiene
revelación de este Propósito, tiene una sola necesidad: Alcanzar a Cristo, y esto se vuelve una
obsesión para él.
            La palabra griega usada por Pablo para explicar lo que ocurría en su corazón, al
expresar que quería asir aquello para lo cual fue asido es Katalambano, que traducido sería:
apoderarse, poseer, incautar algo y hacerlo propio. Pablo también nos dice, en el versículo
15, que esto es lo que tiene que suceder con toda la Iglesia. Para esto trabajamos, oramos,
obedecemos y nos esforzamos.
           Muchas veces percibimos, en la oración de algunos, que están centrados en otros
focos. Algunas veces en sí mismos... Y en consecuencia  viven en función de sus propios
negocios. Recordemos que en este punto no estamos hablando del ministerio, sino de lo que
ocurre en el corazón. De aquello que nació en el corazón de Dios, y que ahora tiene que estar
en el mío.
          Esta es la alegría que estaba propuesta para Jesús. Él debía ser obediente al Padre hasta
el fin.  Y esa obediencia fue para alcanzar el Propósito para el que había sido enviado. En
Hebreos lo expresa así: “He aquí yo, y los hijos que Dios me ha dado” (Heb. 2:13) Esta es la
expresión de Jesús, con la alegría de haber abierto el camino y proporcionado los medios 5
para que el Proyecto de Dios se pudiera cumplir. Este fue el gozo puesto delante de Él, por el
cual soportó la cruz menospreciando el oprobio. Jesús no necesitaba asemejarse a nadie,
pues Él es la viva imagen del Padre. Pero nos estaba dando la posibilidad de que otros fuesen
semejantes a Él. Obedeció al Padre de una manera perfecta. Y así, por medio de su muerte,
resurrección y ascensión, abrió la puerta para toda la familia de Dios. Este es el sentir que
había en el corazón de Jesús.

4- ¿Qué ocurre con  el ministerio del que tiene esta revelación?

Respuesta
      Ahora quisiéramos escuchar a Pablo hablando, no en relación a si mismo, sino con relación a su
trabajo: de qué modo entendía  él  la tarea que debía realizar.
Col. 1:24-29  “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que
falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho
ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que
anuncie cumplidamente la palabra de Dios,  el misterio que había estado oculto desde los
siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar
a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y
enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a
todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa
poderosamente en mí.”

Reflexión
Desde el versículo 24 en adelante, podemos ver cómo funcionaba el pensamiento de
Pablo, de qué modo interpretaba su propia vida y ministerio. Nos dice que las aflicciones que
soporta no son suyas, sino de Cristo. De tal  forma es su identificación con Cristo, y su unión
con Él mediante el bautismo y comunión, que interpreta sus sufrimientos como los que
todavía le faltan a Cristo por su Iglesia.
            A partir del vs. 26 nos habla del misterio que había estado oculto, pero que ahora ha
sido revelado. Explica que este misterio es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
Considero que esta expresión: esperanza de gloria, no se está refiriendo a nuestra esperanza.
El capítulo 1 de Efesios nos habla de la esperanza a la que Él nos ha llamado. Pero aquí
podemos afirmar que antes de ser nuestra esperanza, es la esperanza de Dios Él volcó todas
sus expectativas en Cristo.
          Podemos explicarlo así: Nos dice Ge. 6:6 que al ver Dios la condición humana,  y que
todo designio del pensamiento de ellos era continuamente para mal, le dolió en su corazón y
se arrepintió de haber creado al hombre.  Pero, ¿cómo puede Dios arrepentirse? Él ya conoce
todas las cosas de antemano. Desde antes de la creación, Dios ya todo lo sabe. Por eso Cristo 6
es el Cordero que fue inmolado desde el principio, desde la fundación del mundo. Dios no se
arrepiente, sólo está expresándonos sus sentimientos como si fuera un hombre. Y en medio
de su dolor, alberga la esperanza de encaminar a esta criatura pervertida por medio de su
Hijo: Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
       Sigue diciéndonos: “a quien anunciamos amonestando a todo hombre, y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre.” Pero, 
¿a todo hombre...? Quizás puede ser a algún discípulo fiel. Pero Pablo era un obsesivo, no
solo en su vida, sino también en su ministerio.  Él quería presentar perfecto en Cristo Jesús a
todo hombre. El apóstol no era un hombre muy equilibrado. La palabra equilibrio no aparece
en la Biblia, solemos usarla cuando alguien hace un énfasis exagerado y otro dice:  “Es
importante el equilibrio”. Pero la palabra castellana que expresa la necesidad humana de
balance es plenitud.
   Dios no es equilibrado: comenzó a crear  estrellas y se le fue la mano creando este inmenso
universo. Lo mismo ocurre cuando alguien quiere equilibrar el amor de Dios con su justicia
tomando un poquito de cada cosa. No, Dios es 100 % amoroso y 100 % justo.
Pablo está contagiado de esta misma pasión y nos dice que tiene la pretensión de presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.
    ¿Cuáles deberían ser las pretensiones de un líder o discipulador frente a los hermanos?
¿Remendar a unos, animar a aquel otro, que este nuevo no se pierda? Suele haber una
mentalidad estrecha, de acomodamiento, de complacencia del ego. Es el resultado de la falta
de este espíritu. El espíritu de Pablo es diligente, atento, detallista, el quiere enseñar a todo
hombre en toda sabiduría. Todo esto brota de un corazón que está cautivado, no se conforma
con mantener más o menos al grupo y que alguno por allí fructifique. Nada lograremos con
una mentalidad mediocre. Pablo trabajaba con estos altos ideales, y estos dominaban no solo
sus pensamientos, sino también su ministerio.
vs.29:  para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa
poderosamente en mí.
     Hoy la iglesia está abarrotada de pastores que tienen otros objetivos, a veces lícitos, a
veces ilícitos, centrados en pastorear iglesias grandes, realizar reuniones multitudinarias. Que
Dios nos ayude a no perder el foco.
     En este aspecto, no es lo más importante lo que logremos alcanzar, sino aquello que
buscamos. Lo que logremos será cuestión de Dios, pero si buscamos algo diferente a aquello
que Él ha establecido, nuestro corazón no estará agradando al Señor. Las Sagradas Escrituras
nos libran de una mentalidad equivocada y mediocre, y nos introducen en una dimensión
celestial maravillosa.
    Alguien podría preguntar si Pablo al final consiguió aquello que buscaba. Y la respuesta,
seguramente, será que no. Pero, de todos modos, él no tenía en su vida otros objetivos
propuestos por Dios a los cuales  apuntar, ni otras tareas que estas para realizar.

5- ¿Cuál es la estrategia dispuesta por Dios para el cumplimiento de este Propósito?

Respuesta
Ef. 4:11-16  “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros,  a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,  hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo;  para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien
concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”

Reflexión       
      Esta respuesta esperamos que esté bien clara en nuestra mente. Podríamos decir que esta
fue la verdad que mas hemos defendido en los últimos 25 años luego de entender el
Propósito Eterno de Dios. Hemos entendido que no hay otra estrategia válida en la
edificación de la casa de Dios. Y ha sido establecida hasta que todos lleguemos a la unidad de
la fe y del conocimiento del Hijo de Dios... Este es el único texto en las Sagradas Escrituras
que nos habla del Propósito Eterno y, al mismo tiempo, de la estrategia.
        Recientemente Evangevaldo nos llamó la atención acerca de los versículos 14 en
adelante: “para que ya no seamos niños fluctuantes llevados por todo viento de doctrina...”
Aquí se nos plantea una realidad presente y terrena, no una perspectiva futura y distante. El
texto nos está indicando que esta es una realidad que debe ser vivida hoy. Si la edificación
está siendo bien realizada, la mente de los discípulos ha sido instruida, hay madurez... De
esto nos está hablando el apóstol.  Nos está pidiendo que no seamos niños. Y el hombre
maduro se caracteriza por no dejarse arrastrar por los distintos vientos de doctrina.
      Este es uno de los puntos en los que el ministerio de Iván fue fundamental para nosotros.
Nos ayudó a trabajar en la dirección correcta y así ser libres de tantas modas que han
aparecido en la Iglesia. Durante todos estos años esta influencia fue extremadamente
importante para nosotros. Muchos hermanos se han sorprendido al encontrarnos, después
de años, perseverando en las mismas cosas: “¿Ustedes todavía siguen con lo mismo?”
        Ocurre a veces, que frente a tantas dificultades para involucrar a los santos en la obra del
ministerio, alguno es tentado a pensar que la estrategia puede ser otra. Pero el éxito logrado
o la falta de éste, no puede determinar la forma en que trabajamos. Sino que es la Escritura
la que  establece cuál debe ser la estrategia; y nunca debemos quitar la vista de allí. Si alguna
cosa no progresa, tendré que ver dónde está la falla, pero el error nunca estará en el modelo
establecido por Dios.

6- ¿Cuál es la dinámica en la vida del discípulo para que se desarrolle este Propósito?
   El texto que buscamos aquí, habla solo de esto, nos indica cuál es la dinámica en la vida 8
personal del discípulo.

Respuesta
2 Cor. 3:18  “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor.”

Reflexión
Si un discípulo no fue instruido sobre como mirar a Cristo, difícilmente madurará.
Hemos definido que la estrategia es el cuerpo de Cristo, pero en la vida personal y espiritual
de cada hermano, la dinámica para el desarrollo es contemplar a Cristo Jesús.
         Es mirando a Cristo que somos transformados. El apóstol Pablo centraba toda su
enseñanza e instrucción alrededor de la persona de Cristo y de nuestra unión con Él.
      
          Tengo la impresión de que  la carta a los Efesios fue escrita luego de los tres años que
pasó con ellos. La epístola fue  escrita para focalizar la mirada de los hermanos en la persona
de Cristo. En su ministerio, este fue un énfasis constante, a fin de que los hermanos fijarán
siempre la mirada en el Señor.
      Considero que esta necesidad de mirar a Jesús no ha sido suficientemente aclarada,
mucho menos practicada ¿Qué significa mirar a Jesús? Esto tiene que ser enseñado  y
repetido hasta que los hermanos estén ejercitados, pues la fe y el amor, la pasión de la que
venimos hablando, solo serán resultado de este ejercicio. Si comenzamos a enseñar sobre el
amar fervientemente a Jesús, ¿cómo se puede lograr esto? Ninguno tiene la capacidad propia
de amar a Cristo así. Para amar a Cristo debemos aprender a mirarle.
     ¿Cómo es que me enamoré de mi esposa? Primero la miré, después la vi, después me
aproximé y la conocí. Cuanto más la conocía, más la miraba, y más me atraía, hasta
apasionarme con ella ¿Cómo empezó todo? Sencillamente, mirándola. El amor está
íntimamente relacionado con mirar, con contemplar.
     ¿Por qué un hombre casado no debe tener proximidad con una mujer que no es su
esposa? Porque aunque esté casado, su corazón se puede inclinar a otra mujer. Pensemos en
un hombre con una secretaria: pasa tiempo con ella, la mira y comienza a ver una gracia por
aquí, otro atractivo por allí, y su corazón se comienza a inclinar. Por eso, Pablo instruye a
Timoteo: a los  ancianos como a padres, a las ancianas como a madres y a las más jovencitas
como a hermanas, con toda pureza, con sumo cuidado, ya que existe una atracción fuerte en
el acto de mirar. Esto es lo que ocurre cuando nuestra mirada está puesta en Cristo. La
obediencia, el compromiso, el amor, la devoción, la admiración, vienen solo a través de este
hecho de mirarle a Él.
      Hace poco pregunté a los líderes de Salvador: ¿Qué significa mirar a Cristo? Me
respondieron de todo, menos lo que verdaderamente es contemplar: “Contemplar a Cristo es
amarle”. Y amarle sólo es el resultado de contemplarle. Otro dice: “Contemplar a Cristo es
seguir su camino”.  Seguir su camino también es el resultado de contemplarle. 9
      Contemplar a Cristo es muy sencillo, es poner la atención de nuestra mente y corazón en
aquello que la palabra de Dios enseña acerca de la persona de Cristo Jesús. No solo la
encarnación, vida y resurrección, sino todos los aspectos que las Escrituras revelan  acerca de
Él.
     En estos días, en Salvador, vamos a dedicar cuatro noches a hablar de todas estas cosas.
Estoy convencido, por el Espíritu Santo, de que este es un ingrediente fundamental en el
cumplimiento del Propósito Eterno de Dios. Repito: la estrategia para la edificación de la
Iglesia es el sacerdocio de los santos. Pero la dinámica, que debe darse en la vida personal de
cada discípulo, es este ejercicio glorioso de fijar nuestra mirada en Cristo Jesús.
    Podemos  ilustrar esta necesidad con el ejemplo de Marta y María:
Luc 10:38-42  Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le
recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de
Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo:
Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo
una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
      Cuando Jesús corrige a Marta, que está muy turbada con muchos quehaceres, no le dice:
“Marta, pocas cosas te son necesarias”, sino “una sola cosa te es necesaria. Y María escogió
la mejor parte” ¿Qué era lo que María estaba haciendo? Estaba sentada a sus pies,
maravillada, oyendo y contemplando, concentrada en la persona de Jesús. Marta estaba
centrada en otros afanes…
     Mi pregunta es: ¿Dónde suele estar nuestro corazón?  Cuidado con el ir y venir, hacer esto
o aquello, vivir para resolver problemas. Si estamos funcionando así, estamos en el espíritu
de Marta. Y Jesús esta diciéndonos: Solo una cosa te es necesaria.
     Si un discípulo pierde el foco, será sencillo que se enrede en mil cosas: tiene que
acoyuntarse, concertarse con otro, salir a predicar, visitar los contactos, etc. Cuidado con que
esto ocurra en la Iglesia, porque podemos estar enfocados en la doctrina y no en la persona
de Jesús. Cuidado con hacer mucho y no lograr nada.
    Todo discípulo debería estar cautivado con la persona de Cristo. Y para que eso ocurra, es
necesaria esta dinámica de mirar a Jesús. Solo así avanzaremos en el cumplimiento del
Propósito Eterno de Dios. No soy yo, sino el Espíritu Santo el que nos lo dice en 2 Co. 3:18,
asociando nuestra transformación a la imagen de Cristo con esta sola acción de
contemplarle.
     Me maravilla la gracia y sencillez de Dios. No nos podría haber dado una tarea más sencilla
que esta. ¿Qué debe hacer un mendigo para recibir ayuda? Tiene que pedir. Nuestra tarea es
más fácil que la de un mendigo. Solo tenemos que mirar. Alguien dirá: “Yo necesito amor”.
Míralo a Él. Otro: “Yo necesito fe”. Míralo a Él. “Yo necesito perdonar”. Míralo a Él. Todo lo que
necesitamos para el cumplimiento del Propósito Eterno de Dios en nuestra vida y en la
iglesia, resulta imposible sin este ingrediente fundamental.
   Si nosotros encaminamos a los discípulos en esta dirección, para que contemplen los 1
distintos aspectos de la vida de Jesús: su preexistencia eterna, su encarnación, su ungimiento
con el Espíritu Santo, su muerte y resurrección, su pronta venida… Y si no solo son el
fundamento de nuestra fe, sino que constantemente las seguimos mirando, para que estas
verdades gloriosas nos impacten, confronten, y corrijan nuestras vidas, de allí surgirá la
adoración, el compromiso y la  consagración verdadera. Y todo por la acción del Espíritu
Santo en nuestros corazones, cuando nuestra mirada esté fija en Jesús.

Oración final:
Señor. que nuestro corazón esté cautivo de tu Propósito Eterno.  Que nuestro
ministerio sea dirigido por tu Propósito. Que la meditación de nuestro corazón sea cautivada
por este hecho: Nos has escogidos para ti desde antes de la fundación del mundo. Trae
revelación de estas verdades a nuestro corazón. Que seamos como Pablo: apasionados,
hasta obsesivos, que nunca nos apartemos de las estrategias que nos has señalado.
Ayúdanos a incrementar  nuestra comunión con Jesús, contemplándole cada día y
enseñando en todo lugar, a cada hombre, a andar en estas verdades. Ayúdanos a vivir estas
cosas como Iglesia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús.

jueves, 28 de marzo de 2013

Coherencia en los últimos tiempos - G. Klainerman




Esto es una palabra para aquellos que nos decimos discípulos. Para aquellos que “la tenemos clara”. Es una palabra para aquellos que repasamos las seis características de un discípulo y decimos que las sabemos.

Nosotros, los discípulos, solemos decir ¡Maranatha!... Decimos que dentro de nosotros arde una esperanza viva y que estamos esperando al Señor. Como Esposa de Jesús nos unimos al Espíritu y decimos ¡Ven Señor Jesús!

La venida del Señor es parte del “Hecho de Cristo”, la consumación de el. Creemos en este trascendental acontecimiento, lo esperamos y aún más, creemos que se dará pronto.

Es así, pero cuando con sinceridad juzgo dentro de mi corazón y cuando con sinceridad miro la marcha de la Iglesia, comienzo a ver y sentir que eso que proclamamos con tanta osadía, en el fondo es algo que no terminamos de creer y por lo tanto no afecta nuestra vida cotidiana (al menos al punto que debería hacerlo).

Preguntas: ¿Creo realmente que el Señor viene pronto? ¿Estoy velando con la prudencia debida ante esto?
Son respuestas que apelan a nuestra sinceridad y debemos procurar de que nuestra respuesta termine siendo un “SI rotundo” si es que esperamos ser verdaderos discípulos.

Amar su venida es una de las claves para que en el presente tengamos una respuesta coherente al llamamiento santo que hemos recibido.

Sin esta santa expectativa no seremos peregrinos en esta tierra, no estaremos consagrados a Dios y a su causa y no arderemos con el fuego que el evangelio nos demanda.
Es el sentido de urgencia lo que nos hace volvernos fervientes. Ej: “Cuando surge una situación de urgencia uno actúa dejando de lados cosas y sacando fuerzas y recursos extraordinarios para solucionar la situación (crédito en el celular)”.

¿Cómo estamos parados frente a esto? El Señor viene pronto ¿Estamos siendo siervos fieles que esperan la venida de su Señor? ¿Estamos velando? ¿O somos siervos infieles que dicen dentro de su corazón (no en público) “Mi Señor tarda en venir”?

Yo cuando pensaba en esto, pensaba también en cuan engañoso es mi corazón. Pienso que para responder esto no hay que mirar “lo que dice mi corazón” sino lo que dicen mis actos.

Debemos mirar como estamos viviendo para evaluar como estamos respondiendo ante aquella esperanza que profesamos.

Hay un pasaje que es el que me hizo pensar en esto. Es un pasaje muy fuerte, al menos para mí. Lo he leído y releído porque a mi carne le molesta. En estos versículos Pablo dice cosas que me son difíciles de digerir y de aceptar. Este pasaje que vamos a mirar me confronta porque no expresa lo que veo que vivamos y hablemos a diario.

1Cor 7.24-31
1Co 7:24  Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.
1Co 7:25  En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
1Co 7:26  Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está.
1Co 7:27  ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte.
1Co 7:28  Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar.
1Co 7:29  Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen;
1Co 7:30  y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen;
1Co 7:31  y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.

Es un pasaje, a mí entender, muy fuerte. Es una ampliación práctica del llamado a tomar la cruz. Cuando lo leo con sinceridad y con un corazón de niño “me pega por todos lados”.

Este pasaje propone un cambio en la escala de valores, un cambio en las prioridades y en los énfasis.

Cuando empezamos el tema dijimos que era un tema para charlar con discípulos. Sino somos discípulos no tiene sentido hablar de esto, porque es algo imposible de vivir para alguien que todavía no ama al Señor y ama este mundo.

Lo primero que quiero recalcar de esta porción de las Escrituras es que  hay en ella un “sentido de urgencia”. Todo lo que Pablo está enseñando aquí es porque “la necesidad apremia” (vs.26) y porque “el tiempo es corto” (vs.29).
Si no entendemos esto, no entenderemos y no aceptaremos esta reflexión apostólica.
Hay una urgencia, ¡El Señor viene! Y debemos estar velando procurando ser verdaderos discípulos que hacen verdaderos discípulos. Debemos estar procurando vivir el Propósito de Dios en nuestras vidas, en estos días, para que cuando nuestro Señor venga podamos seguir estando con El por la eternidad.

“Con estos lentes” debemos mirar el pasaje.

¿Qué enseñanzas nos da aquí?

1) (vs.26- 28) El hombre o la mujer hace bien en quedarse como está.
Si estas casado/a no debes soltarte. Si estás libre no procures casarte.
Al mirar estos vs., la parte del casado nos parece obvia, sobre todo para nosotros que defendemos tanto el matrimonio. La parte del soltero ya no nos parece tan obvia ya que el consejo es a quedarse soltero y eso “nos hace corto circuito”.
Estamos acostumbrados a procurar que todos se casen. Hablamos y persuadimos para que así sea pero al mirar estos pasajes vemos que no es lo que Pablo enseña. Lo que hacemos es algo más que traemos del mundo y deberíamos quitarlo si queremos vivir coherentemente bajo ese “sentido urgencia” que nuestra esperanza nos demanda.
Debemos ser claros, “el que se casa no peca”, “si no tienen don de continencia que se casen. Mas vale casarse que estarse quemando” (1Cor 7.9).

Debemos tener cuidado que esto que nombramos, acerca del don de continencia,  no se convierta en una excusa para cambiar el énfasis que el pasaje pone, el cual está en que es mejor quedarse soltero. Eso es lo que deberíamos enseñar.

2) (vs.29) Los casados deben vivir como sino tuviesen esposa.
La cruz no es solo para los solteros sino también para los casados.
Yo creo que así como con los solteros no estamos siendo claros tampoco lo estamos siendo con los casados.
El matrimonio muchas veces termina siendo  una excusa para no estar comprometidos y no ser coherentes con nuestra fe y esperanza (radicalidad del evangelio).

Igualmente debemos tener cuidado al interpretar estas expresiones. Al decir que “el que tiene esposa sea como si no la tuviese” no nos está llamando a que dejemos tirada a nuestra esposa, que la ignoremos y que no velemos por ella. Más adelante nos dice que el “casado tiene cuidado de cómo agradar a su mujer” (vs.33) y además el mismo Pablo nos habla del matrimonio y de los roles claramente en otras cartas, así que tampoco debemos descarrilarnos y decir aquello que la Escritura no dice.

NOTA: ___________________________________________________________ Yo creo que este vs. al igual que los subsiguientes nos hablan de una actitud que debemos tener frente a las personas, a las cosas y a las situaciones. Es un pasaje que expresa un paralelo con  Jesús, cuando nos llama a “aborrecer a las personas cercanas a nosotros”, a “tomar la cruz” y a “perder la vida”.

Pablo no nos está diciendo que “neguemos la realidad como los locos”. No nos está llamando a mentir y decir “No tengo esposa”, cuando la tengo, “no estoy llorando” cuando lo estoy haciendo, “estoy triste” cuando en realidad estoy contento, “no tengo nada” cuando tengo de todo, o “no estoy disfrutando” cuando realmente lo estoy haciendo.
En realidad, debemos entender que Pablo nos está marcando aquí cosas que pueden desviarnos de una “sincera fidelidad a Cristo”.  Cosas de las que nos debemos cuidar. Son cosas que pueden “apagar el fuego que debe arder en nuestro corazón” y son cosas que pueden hacernos anclarnos en este mundo y hacernos vacilar en cuanto a nuestra esperanza gloriosa.
Se nombran aquí una pequeña lista y podríamos decir que este listado distingue áreas en las que debemos estar velando. Estas son:

- la familia (esposa).
- Nuestros sentimientos (llorar, alegrarse).
- Los bienes materiales (comprar).
- Los placeres (disfrutar de este mundo).
___________________________________________________________________

Volviendo al tema del matrimonio, “el que tiene esposa sea como si no la tuviese”,  nos habla de que debemos relegar a un segundo plano todo aquellas añadiduras que el matrimonio nos trae para poder juntos servir al Señor y cumplir la gran comisión.

De ninguna manera creemos que debemos relegar nuestras responsabilidades (roles), pero firmemente deberíamos creer que si tenemos que relegar a un segundo plano las añadiduras del matrimonio y aquí surge el problema.

Si como varón tomo la cruz indefectiblemente mi esposa e hijos tendrán que hacerlo. Si les procuro evitar la cruz a ellos, indefectiblemente me la evitaré a mí.
No debo poner mi preocupación en si me pierdo unas vacaciones, o no logro tener o hacer lo que otros hacen. No puedo afanarme por ser un consumidor más del sistema sino que me debo preocupar por hacer avanzar el Reino de Dios siendo un representante de Jesucristo en el lugar donde estoy.
Debemos tener cuidado con los espinos, para que estos, no nos vuelven infructuosos.

3) (vs.30) La tristeza o la alegría no deben gobernarnos.
Vivimos en una sociedad que se rige por los sentimientos. “Lo que siento, eso es lo que hago”.

A veces situaciones de tristeza nos hacen renegar de nuestra fe y nuestra esperanza. A veces situaciones de alegría, cuando nos va bien, esto, nos hace renegar de nuestra fe y esperanza. No puede ser así.

Cuando transitamos una prueba, cuando estamos tristes por alguna causa no debemos dejar que esto nos desvíe del camino que hemos tomado. Nuestra roca inconmovible es Cristo y en ella debemos estar parados. No hay excusas.

El estar pasando “un buen tiempo”, el haber conseguido o logrado algo, no es una excusa para dejar de militar y ser fieles al Señor.
Debemos tener cuidado que las bendiciones no se conviertan en maldiciones.

4) (vs.30) No dar valor a las posesiones.
Aquí se da por sentado que vamos a comprar, que vamos atener cosas. No se condena aquí el “comprar” sino que se nos demanda una actitud frente a estas cosas.
¿De quien es lo que tienes? ¿Es tuyo o es de Dios? ¿Cuánto valor tienen las cosas para ti? Hay veces que algunos pretenden ser lo que tienen y no es así. Si tienes, debes pasar lo más desapercibido posible. Debemos tener en cuenta que no todos pueden “comprar, poseer” y debemos ser uno con esos hermanos.

Usa las cosas que tienes y has logrado para bendecir a otros. Úsalas para marcar la diferencia en otros y no en tu vida. Que tus cosas sean para bendición de los demás y no tanto para ti (en nosotros actúa la muerte y en vosotros la vida).

5) (vs.31) No dar valor a los placeres de este mundo.
Lo mismo sucede aquí. No se condena por disfrutar pero se nos pide que no sea lo que nos distingue. Recordemos que hay otros hermanos que no pueden disfrutar y ellos “no necesitan verte a ti hacerlo”.
Si quieres y puedes disfrutar hazlo, pero por favor, trata de pasar desapercibido (no necesitamos mostrar en Facebook cuanto disfrutamos la vida).
Hay un mundo que perece, muchos están yendo al infierno e igualmente están disfrutando el presente como si Jesús nunca habría venido y como si nunca habría de volver a venir. Lo último que necesitan estas personas es vernos a nosotros vivir como ellos.

No debería haber algo que nos haga disfrutar más que el hacer la voluntad de Dios y nuestro testimonio debería reflejar eso.

Conclusión
Hermanos, la necesidad apremia y el tiempo es corto. Debemos vivir coherentemente, como la generación de los últimos tiempos. Solo así seremos luminares en el mundo.

Debemos aceptar que “la casa se está prendida fuego”, que estamos en estado de urgencia, que son los últimos tiempos.

Hagamos el duelo y reconozcamos que ya no hay lugar ni tiempo para la gloria  y el desarrollo del viejo hombre.

Si quieres salvar tu vida la perderás pero si pierdes tu vida por causa de Jesús y del evangelio la salvarás.-

miércoles, 27 de marzo de 2013

Ejercítate para la piedad - R. Foster



 Tomado del Libro: "Alabanza a la disciplina", de Richard Foster             

La superficialidad es una maldición de nuestra era. La doctrina de la satisfacción inmediata es el principal problema. Lo que hoy se necesita desesperadamente no es un número mayor de personas inteligentes, ó talentosas, sino de personas de vida espiritual profunda.

Las disciplinas clásicas de la vida espiritual nos llaman a movernos más allá de la vida superficial hacia las profundidades.

No tenemos que dejarnos convencer de que estas disciplinas sean para los gigantes espirituales, y que por tanto están fuera de nuestro alcance. De hecho las disciplinas espirituales encuentran su mejor expresión en las actividades cotidianas. Su propósito es liberarnos de la sofocante esclavitud a que estamos sometidos: Egoísmo y temor.

El principal requisito es tener anhelo de Dios!! "Como el siervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti oh Dios el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" Salmo 42: 1 y 2.


Dificultades:
Filosófica - La base materialista de nuestra era ha llegado a ser tan penetrante que ha producido en los individuos graves dudas con respecto a su capacidad para extenderse más allá del mundo físico.
Necesitamos valor para movernos más allá del prejuicio de nuestra era, y afirmar con nuestros mejores científicos que existe algo más que el mundo material".


Práctica - Simplemente no sabemos cómo explorar la vida interna. Aunque no siempre ha sido así, en el primer siglo y aún antes, no era necesario dar instrucciones sobre cómo practicar las disciplinas de la vida espiritual. Tanto el ayuno, como la adoración, y el júbilo estaban incorporadas, a raíz de su práctica habitual.

¿La fuerza de voluntad, sólo puede hacer frente a lo externo! Lo que se necesita es un trabajo interno, ¡y sólo Dios puede obrar desde adentro!


Dios nos dio las disciplinas para la vida espiritual como un medio para recibir su gracia.

Las disciplinas nos permiten colocarnos ante Dios de tal modo que él pueda transformarnos. Al igual que 
el que siembra "pone" la semilla en el lugar adecuado.. pero Dios da el crecimiento.
Dios ha establecido las disciplinas de la vida espiritual como los medios por los cuales somos colocados en el lugar en que él puede bendecirnos.

Tenemos que recordar que el sendero no produce el cambio; pero el hecho de estar en él, nos coloca en el lugar en que el cambio puede ocurrir. Este es el camino de la gracia disciplinada.

Las disciplinas espirituales tienen el propósito de hacernos bien. Están destinadas a traer la abundancia de Dios a nuestra vida.

Es posible sin embargo, convertirlas en otro conjunto de leyes para matar el alma. Las disciplinas atadas a la ley respiran muerte! Cuando las disciplinas degeneran en leyes, se usan para manipular y controlar a las personas.

Cuando creemos genuinamente que la transformación interna es una obra de Dios y no nuestra, podemos hacer que descanse nuestra pasión por enderezar a los demás.


Jesús dijo: "Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas". Mateo 23:4

Al entrar en el mundo de las disciplinas espirituales, siempre estará el peligro de convertirlas en leyes. Pero nosotros no quedamos entregados a nuestra propia suerte. Jesús prometió ser nuestro maestro y guía.

Nuestro mundo tiene hambre de personas que sean genuinamente cambiadas. León Tolstoi observó:

"Todos piensan en cambiar a la humanidad , y nadie piensa en cambiarse a sí mismo". Estemos entre aquellos que creen que la transformación interna de nuestra vida es una meta digna del mejor esfuerzo.

Resumen: ¿Cómo alcanzar el propósito eterno de Dios? Guillermo Cuart




Hacer Discípulos como Jesús lo hizo

1. El modelo: Jesús
Si debemos ser como Jesús, lo primero que hay que entender es que Él es nuestro modelo. Pero ser igual a Jesús no es serlo solamente en su santidad. Destacamos tres aspectos en que tenemos que imitar a Jesús:
a) En su espiritualidad y dependencia del Padre.
Jesús como hombre se hizo dependiente de su Padre. Le vemos vez tras vez buscando la soledad para estar con Él, pero también le vemos que se sometía a la voluntad de Su Padre y dependía de Él en todo: En su propósito (Jn. 6:36), en las obras poderosas que hacía (Jn. 14:10), en el hacer discípulos (Jn. 17:9-19), en la dirección dinámica de cada día (Jn. 5:19) hasta en lo que decía (Jn. 12:49). De la misma manera debemos depender, no de nosotros mismos, sino de su Espíritu (Jn. 15:5; Hch. 1:8; Col. 1:27-29; 2º Cor. 3:5-6)
b) En su carácter y disposición de corazón.
Ser semejantes a Jesús es mucho más que no pecar, sino que apunta a las actitudes más profundas del corazón. Jesús agradó a su Padre en todo: Su humildad, sencillez, su servicio. Jn. 5: 12-1341; 13:13-17
c) En obra y acción: qué hizo, cuándo, donde, con quién…
Si Jesús hizo todo  como el Padre le mostró, entonces nosotros tenemos que  mirar cómo Jesús hacía la obra para saber lo que nosotros tenemos que hacer. Tenemos que hacer lo que Jesús hacía, y no hacer lo que Jesús no hacía.

2. El mensaje a Proclamar: El Evangelio del Reino
(El único que engendra discípulos)
La palabra “evangelio” significa “buenas noticias”. Un “Reino” es una “forma de gobierno” donde hay una autoridad que reside en el Rey y en donde todos los demás son súbditos que obedecen. “El Reino de Dios” es el “Gobierno de Dios sobre toda su creación”.
La “buena noticia” que predicamos es que: “el hombre, que por el pecado ha quedado destituido de la presencia de Dios, tiene ahora la oportunidad de reconciliarse con Dios y volverse a colocar bajo su gobierno de amor”.
El Evangelio del Reino de Dios anuncia la verdad de Dios, la condición del hombre frente a Dios y le coloca frente  a la decisión y a la oportunidad de volverse a su Creador.
Este mensaje del Evangelio del Reino de Dios es el mensaje que encarnó y predicaba Jesús (Mr. 1:14-15) y los apóstoles (Hch 20:25 / Hch 28:31); y es el mensaje que se debe predicar a todo el mundo. (Mt 24:14)

3. El fruto esperado: Discípulos (según la definición de Jesús)
Mt. 28:19-20. Jesús nos mandó a hacer discípulos. ¿Cómo sabemos si alguien es o no un discípulo? Por las características que Jesús nos señaló que definen a un discípulo.
a) Amor supremo por Jesucristo (Lc. 14:26; Mt 10:37)
El Señor nos exige que el amor por Él sea muy superior a todo otro afecto. Dios nos pide que le entreguemos, por amor a Él, nuestros mayores afectos.
b)  Tomar la cruz (Lc 14:27)
Jesús les estaba diciendo a los aspirantes a discípulo que era imposible serlo sin abrazar la cruz. El muerto no protesta, no critica, no se rebela, se deja corregir. Sin tomar la cruz no hay salvación.
c) Renuncia a todo lo que posee (Lc. 14:33)
Todo lo que poseemos es del Señor, y por lo tanto somos sólo mayordomos. El dinero, los bienes, nuestro tiempo, nuestros planes de vida; todo debe estar disponible para ser usado para el Señor y sus propósitos.
d) Permanecer en la Palabra . (Jn 8:31-32)
En el llamado a la gran comisión se nos instruye a hacer discípulos y como nota importante es lograr que los discípulos guarden la palabra (enseñándoles que guarden), la vivan, la obedezcan, le den cumplimiento en toda su manera de vivir.
e) Amor entre los discípulos del Señor (Jn.13:34-35)
Como característica distintiva en un mundo de indiferencia y egoísmo, los discípulos deben vivir manifestando la naturaleza del Dios que invocamos por Padre, Dios es amor.
f) Necesidad de fruto  (Jn.15:8, 16)
Jesús dice aquí que el Padre es glorificado en nuestra acción de llevar fruto, y queda manifestado de manera evidente que un árbol esta vivo y saludable en la medida que podemos hallar en el fruto. Cuando hablamos de fruto Jesús no nos está hablando aquí del fruto de Espíritu, sino del resultado de nuestro trabajo e influencia, como en la parábola del sembrador cada semillas dio como fruto otras semillas, treinta, sesenta, ciento por uno.

4. La estructura de funcionamiento adecuada (El cuerpo de Cristo)
Ef. 4:15-16; Col. 2:19.  La figura de la Iglesia como Cuerpo nos da a entender la existencia de estrechos vínculos entre los miembros. Las coyunturas y ligamentos son articulaciones entre hermanos. Es a través de estos vínculos que se obtiene nutrición, ayuda y edificación. Al estar bien unido al cuerpo, cada hermano recibe su crecimiento de Cristo (la cabeza).
Encontramos, en las Escrituras, por lo menos cuatro tipos de relación fuerte entre hermanos:
a) Coyunturas de discipulado (Mt. 28:19; 2º Tim. 2:2)
Al igual que lo hizo Jesús. Es una relación vertical, donde por medio de una relación estrecha con el discípulo, se le transmite vida a través de la enseñanza por el ejemplo. El discípulo recibe esa vida a través de la sujeción.
b) Coyunturas de compañerismo (Mc. 6:7-13; Ecl. 4:9-12; 2º Cor. 2:12-13)
Esta relación específica es horizontal. En el compañerismo hay una responsabilidad mutua por edificarse el uno al otro, además de encarar juntos todas las tareas que Jesús nos encomendó.
c) Coyunturas familiares (Lucas 1:17, Ef. 5:25-28, Prov. 1:8)
Existe una iglesia en casa, todos los días, y esta iglesia es la familia. Los padres deben asumir la responsabilidad en la formación espiritual de los hijos (no solo intelectual). Así también el marido con su esposa.  Así, el buen perfume de Cristo será exhalado en nuestros hogares.
d) Unos a otros
(Rom. 12:10; 15:14; Gl. 5:13; Ef. 5:21; Col. 3:13,16; Stg. 5:16; 1º Tes. 5:11; etc.)
No somos un club social, somos el cuerpo de Cristo. Todos tenemos la responsabilidad de dar, y la necesidad de recibir: Consuelo, ánimo, exhortación, amonestación, confesión, perdón,honra, edificación, oración, servicio, etc. La vida de Cristo tiene que fluir a través de todos los miembros del cuerpo.

5. El ámbito de trabajo: Por las casas y por las calles (Hch. 2:46; 5:42)
La vida de la Iglesia de Jerusalén pasaba por el templo (el lugar más público de la ciudad, algo así como un Shopping) y por las casas. Cuando la Iglesia se extendió hacia los gentiles, el lugar donde esta vida sucedía era en los hogares (ver las salutaciones en las cartas de Pablo). Nunca tuvieron lugares específicos de reunión como los salones de hoy día.
La sencillez de estos ámbitos favorece a la relación y a la edificación mutua, además de generar el contexto adecuado para expresar nuestra militancia como Iglesia.

6. El alcance de nuestra misión: Hasta lo último de la tierra.
(Hch. 1:7-8; Mt. 28:19-20)
Dios mira desde otra perspectiva, no desde donde estamos nosotros. Dios mira un mundo, una raza, una cantidad de seres humanos creados a su imagen y corrompidos a causa del pecado. Dios ve desde los cielos, y desde allí se ve un Planeta. Un mundo que gira sustentado en la Palabra de Poder y que necesita la Palabra de la Reconciliación de manera urgente. Dios lo ve desde afuera hacia dentro. Jesús vino al mundo… Dios envió al Hijo…
Por eso es que no debiéramos pensar en que la Visión es comenzar a hacer discípulos desde Rosario, seguir por Santa Fe, continuar con Argentina hasta llegar a todo el mundo. En realidad partimos desde mirar a todo el mundo y luego nos preguntamos ¿Dónde comenzamos? Y ahí nos respondemos: Donde estemos.