domingo, 25 de noviembre de 2012

Problemas que hacen que nuestras vidas no fructifiquen para el Reino de Dios


   
Problemas que hacen que nuestras vidas no fructifiquen para el Reino de Dios
Mensaje dado por Mario Fagundes, en el encuentro de Foz,  Brasil  en Julio 2008

Introducción
    Amados, yo tengo plena convicción de que muchos de los hermanos que están aquí podrían
hablar sobre lo que yo voy a hablar con mucha mayor profundidad, con mucha más gracia. Pero
los hermanos me dijeron que era yo quien tenía que estar aquí, entonces me van a tener que
soportar un ratito.
    Esta Biblia me la regalaron en Salvador, y tiene tres cintas: una cinta amarilla, una cinta roja,
y vino,  junto con la tapa de cuero, una cinta de cuero. Entonces, conforme al tenor de la palabra,
cuando  voy a ministrar, yo elijo un color. Cuando tomo la amarilla, los hermanos saben que es
una palabra de consuelo; cuando tomo la cinta roja, los hermanos saben que es una palabra de
confrontación; y cuando tomo la cinta de cuero, los hermanos ya saben lo que va a pasar…
Ahora  voy a tomar las tres cintas, en ésta tarde  hay gente de muchos lugares, así que hay que
usarlas a todas.
    La primera cosa que quiero decir a los hermanos  es que a ninguno de nosotros nos gusta dar
una mala noticia ¿Hay alguien que le gusta dar un mala noticia?... Levante la mano. Cuando hay
una mala noticia que dar, preferimos que otro hable: “Seguramente vos hablás mejor que yo,
tenés mayor gracia”.  Pero cuando hay buenas noticias, a todos nos gusta darlas. Esto es el
evangelio: “la buena noticia”,   las buenas noticias de nuestro Padre. Por lo tanto,  todos
debemos desear ser los primeros en dar estas buenas noticias, y llenar nuestro corazón con esto y
estar listo para hablar a todos a quienes encontramos. ¿Amén?
El fruto y la salvación
     Lo segundo que quiero decir, es que la estructura que Dios nos ha revelado, de relaciones de
coyunturas y ligamentos en el cuerpo, es la mejor estructura para sustentar al que no es discípulo.
Tenemos  la mejor  estructura  para sustentar  a alguien  que no se ha convertido,  porque los
vínculos y las relaciones son intensas y son buenas.  La persona viene y se queda enganchada
con el  líder, el discipulador,  un compañero… Y el aspecto social es muy agradable, puede jugar
al fútbol, comer un asado… Estamos siempre haciendo alguna cosa juntos, el ambiente es muy
agradable. Pero no sabemos si es o no es discípulo hasta que… ¿Cuándo sabemos…? Porque la
viña está toda entrelazada y es muy difícil darse cuenta si una rama está unida al tronco ¿Cuándo
sabemos que esa rama está ligada al tronco? Cuando vemos el fruto. Está entrelazado, está unido,
pero si no da fruto no está unido al tronco. No estoy diciendo que para ser salvo hay que dar
fruto, pero estoy afirmando que el salvo da fruto porque está unido a la vid. Y él dice que el que
permanece en él va a dar fruto, va a dar mucho fruto. Amén.

La semilla que cayó entre espinos
      Entonces hermanos, quiero hablar de tres pasajes en la Escrituras que nos hablan de lo que
nos impide dar fruto, o sea fructificar.
       Mateo 13. Ahí tenemos la parábola del sembrador. Pero no quiero hablar de toda la parábola,
sino de uno de los tipos de tierra que hay en la parábola. Esta parábola es muy importante porque
está en Mateo, Marcos y Lucas. Y no está solo la parábola, sino también su explicación. Aquí
hay cuatro cosas que hacen que nuestras vidas no fructifiquen para el reino de Dios, están
insertas en ésta parábola.
      “El que fue sembrado entre espinos,  éste es el que oye la palabra,  pero el afán
de  este  siglo  y  el  engaño  de  las  riquezas  ahogan  la  palabra,   y  se  hace
infructuosa.”  Mateo 13:22

1     Hay un tipo de semilla y varios tipos de suelos. Acá habla de una semilla que cae entre
espinos y queda infructuosa, no lleva fruto. Y habla de dos situaciones que pueden hacer que esa
palabra no fructifique:

   1- Los cuidados de este mundo
     Tenemos que parar aquí y entender: ¿Qué son los cuidados de este mundo…? Porque estos
“cuidados de este mundo” pueden hacer que la semilla sea sofocada y no lleve fruto. Entonces
tenemos que tener mucho cuidado, para entender cuales son los cuidados de este mundo, el afán
de este siglo, que hace que quedemos infructíferos. Porque si yo no entiendo cuáles son estos
cuidados, a qué cuidados se refiere, entonces yo puedo no estar entendiendo si realmente tengo
este problema o no.
  ¿Qué son los cuidados del mundo? ¿A qué podemos llamar los cuidados del mundo, los afanes
de este siglo? Yo hablaría de tres cosas:
• Comida
• Bebida
• Vestuario

      Los hombres están detrás de suplir sus necesidades básicas. El Señor nos dice que no
tenemos que estar ansiosos por estas tres cosas: comida, bebida y vestuario. El Señor dice que si
nosotros buscamos su Reino y su justicia, Él se ocuparía de estas cosas. Muchos piensan que
cuando Cristo está hablando en Mateo 6:33, y dice “todas las demás cosas serán dadas por
añadidura”, significa que todo va a ser dado por añadidura. Él no dice que todas las cosas van a
ser dadas por añadidura, él dice “estas cosas”: comida, bebida y vestuario.

     Prometió, para aquellos que lo buscan en primer lugar a Él, que supliría estas tres cosas.
Algunos hermanos que tienen mayor prosperidad piensan que todos deben tener de todo. El
Señor no prometió que le va a dar un auto a cada uno, una casa a cada uno, que va a dar lo que
todos tienen a todos de la misma forma.  Pero a todos los que buscan primero el Reino de Dios y
su justicia… Él dice que les va a añadir: comida, bebida y vestuario.
    Veo que en este siglo hay un hambre muy grande por tener mucho más que esto. Ya no hay
contentamiento con solo comer, beber y vestir. Hay una búsqueda incesante de muchas otras
cosas por encima de estas tres, que hacen que el hombre termine por demás afanado .
     El Salmo 127 es un salmo actual. Ahí dice que va a ser inútil levantarse de madrugada, y
dormirse tarde y comer del pan que penosamente ganamos. A los suyos el Señor les da mientras
duermen. Yo creo que los argentinos tienen más que nosotros porque duermen la siesta (risas)…
Hay algo que está ocurriendo en este siglo: cada vez los hombres se levantan más temprano y se
van a dormir más tarde para ganar más el sustento. Casi las veinticuatro horas del día están
envueltos en esto.  Estamos siendo influenciados violentamente por esta propaganda… Entonces
nos encontramos ocupados en “estos cuidados del mundo” y no buscamos el Reino y su justicia
en primer lugar. Y nos volvemos infructíferos.

    La Palabra llega a nuestro corazón, pero nuestros quehaceres, y el ocuparnos con estas cosas
nos  impiden  llevar  frutos.  En  Efesios,  capítulo  4,  la  palabra  del  Señor,  empezando  por  el
versículo 29, dice: “que el que hurtaba no hurte más, sino trabaje con sus manos para tener su
casa propia…., para tener su auto…, para tener una casa en la playa…, para tener muchos
bienes…”. No, la Palabra del Señor dice que es para que tengas qué compartir con los que
padecen  necesidades.  Cuando  vemos  la  palabra  del  Señor  refiriéndose  a  estas  tres  cosas
quedamos shockeados, porque el Señor dice que teniendo esto estemos contentos.

      Y me parece que ha habido un cambio en la mente de la iglesia, en la mente de los hermanos.
Entró una máxima entre nosotros: que todo discípulo tienen que ser excelente en lo que hace,
tiene que competir mucho con los de afuera. Yo tengo una noticia dura para darte: no vamos a
conseguir esto ¿Sabes por qué…? Porque nuestra búsqueda no es para conseguir esto, sino para
el Reino de Dios en primer lugar. Nosotros no vamos a poder ser el mejor médico, el mejor
ingeniero, aquel que va a ganar más. No podemos competir con ellos, pues están enfocados
solamente en eso, y nosotros tenemos otra cosa, hay algo más que estamos buscando, que está en
primer lugar, es el Reino de Dios  y su justicia. Nosotros no nos vamos a destacar porque
sepamos  mucho,  porque  tengamos  un  conocimiento  vasto,  sino  por  el  carácter  de  Cristo
manifestado en nosotros. Los afanes de este siglo nos impiden fructificar, sofocan la palabra del
Señor, porque estamos ocupados en esto.
Quiero decir una cosa más antes de pasar al próximo punto. En Juan capítulo 4 cuando, Jesús
llega  y  se  encuentra  con  la  mujer  samaritana,  dice  que  Él  estaba  exhausto  y  cansado.  Si
tuviésemos  en  aquellos  días  el  vocabulario  de  hoy,  hubiese  dicho  Jesús  estaba  estresado,
extenuado, cansado al extremo. En el original se denota un estado de cansancio profundo. Los
discípulos van… ¿adonde? A la ciudad a buscar… ¿Qué?  Comida.  Pero cuando el Señor ve a
ésta mujer, Él comienza a proclamar las buenas nuevas. No estaba preocupado por la comida o la
bebida, sino que, para Él, lo más importante era cumplir con la voluntad del Padre.
    Los discípulos van a la ciudad a buscar una panadería, confitería o pescadería, querían
comprar comida. Y mientras andaban por la ciudad buscando, no le hablaron a nadie. Pero
cuando vienen, lo ven al Señor hablando con esta mujer. Y esta mujer va a la ciudad, a la ciudad
donde los discípulos habían ido, y ella llama a una multitud de personas para oír al Señor.
    ¡Cuántos de nosotros andamos detrás de los “cuidados de este mundo”, de los afanes de este
siglo, por todas las ciudades, y nos olvidamos del Señor! Y llegaron, y se asustaron… Dijeron:
¿Será que ya comió?¿Saben por qué? Porque el  Señor estaba lleno de euforia. Probablemente,
cuando ellos se fueron a buscar la comida, lo dejaron a Jesús medio cansado, exhausto. Pero
cuando Él comienza a hablar del Padre se siente fuerte. Ellos dijeron: “¿Será que le dieron de
comer…?” Y Él dijo: “Yo tengo otra comida, otra bebida...” ¡Aleluya!
“Señor, ayúdanos con los cuidados del mundo, que no sofoquen tu palabra, que no estemos
distraídos con ellos y nos volvamos infructuosos. Ayúdanos, Padre.”

   2- La fascinación de las riquezas.
      Hasta aquí hemos hablado de las cosas que son normales, naturales y básicas. Ahora vamos a
hablar del engaño de las riquezas. ¿Qué significa estar fascinado? Encantado, hechizado. Esto es
un lazo claro del enemigo, el diablo,  que  hace que nos quedemos fascinados con las riquezas.
Tan encantados con ellas que nuestros ojos brillan y nuestros corazones son tomados por este
deseo. Tanto nos envolvemos en esto que nos engañamos más y más. Nunca es suficiente,
queremos  siempre  más.  Existen  dos  sentimientos  continuamente  en  nosotros:  ansiedad  e
insatisfacción. Ansiedad porque deseamos tener, e insatisfacción porque no tenemos.
   Así que Pablo nos orienta cómo solucionar esto en Filipenses 4:6-7:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”
   “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego”. En esta parte del versículo Pablo está tratando con la ansiedad. El que quiere
ser librado de estas ansiedades, las debe colocar, a todas, delante del Padre. Y luego, tenemos
una coma y dice lo que resuelve toda ésta situación, y es la siguiente: “con acción de gracias”
• La petición quita la ansiedad;
• La acción de gracias quitan la insatisfacción.

3    La fascinación de las riquezas tiene que ver con buscar confort. Tener, tener para tener más
comodidad, facilidades. Y el mundo está ofreciendo cada vez más de estas cosas, atacando
fuertemente a nuestros jóvenes. Porque tiempo atrás, cuando yo era más joven, me acuerdo que
años atrás, no había esta presión sobre nosotros. En esos tiempos teníamos que escoger las
mejores  profesiones  para  tener  acceso  a  más.  Hoy,  cuando  vemos  a  alguien  escoger  una
profesión  mas  sencilla,  más  simple,  por  ejemplo:  pedagogía,  contabilidad,  administración…
Pensamos así: vas a ganar poco ¿Cuál es el problema? Si tenes que comer, beber y vestir. Y con
eso estar contentos.
     Hemos perdido la esencia de la palabra del Señor. Hemos sido tomados por Satanás para
preocuparnos por los cuidados de este siglo y por las riquezas. Nos trabamos y la palabra se
sofoca y no llevamos fruto.
Algunos testimonios
     Me acuerdo de un hermano que estaba en el cuarto año de Medicina. Él vino a hablar
conmigo y dijo: “No voy a continuar más esta carrera,  es muy intensa y me está sacando todo el
tiempo. Yo no he logrado producir para Dios”. Y era ese tipo de hermano que nació para ser
médico. Tenía toda la calificación y el talento para eso. Yo le dije: “No, vos no tenés que hacer
eso, tenés que terminar Medicina”. y me dijo: “¿Por qué?”.  Le dije: “Porque yo tengo que ir a la
calle, y golpear en las espaldas de alguien para que él me mire a mí y yo le pueda predicar la
palabra. Y vos vas a estar sentado en el consultorio, y el pescado te va a estar mirando a vos,
todo sufrido, esperando oír alguna otra cosa. Y vos vas a estar listo para dar, no solo el remedio,
sino la palabra de consuelo. Así que necesitas terminar medicina, vas a ser mejor que yo. La
segunda cosa: yo sé que vos vas a servir al cuerpo de Cristo, cuando los hermanos necesiten y
estén enfermos, vos vas a atenderlos sin cobrarles nada. Y también necesito que vos termines
Medicina porque si no, Marcos y yo vamos a tener que volver a trabajar (trabajo secular, risas).
Entonces, es muy importante que vos ganes y hagas unas buenas ofrendas”.

     El terminó Medicina. Después de un tiempo se volvió un médico conocido, comenzó a ganar
mucho.  Muchas ofertas le llegaron y ya no tenía más tiempo para nada. Él volvió a conversar
conmigo y me dijo: “No estoy ni siquiera dándome cuenta de muchas cosas, tengo ofertas por
todos lados y mi tiempo ya no alcanza, ¿que hago?”. Y le pregunte: “¿Cuánto precisás para
comer, beber y vestir…?”. “Más o menos  tanta cantidad de reales”. Le dije: “Entonces colocá un
límite. Podés definir. voy a ganar tanto, y para ganar eso voy a trabajar aquí y aquí. O sea, voy a
trabajar de esta forma para ganar hasta este límite”. Y le sobraron tres días y ¿adonde iba a
invertir esos tres días? Todo el tiempo para el Reino de Dios. Él se limitó. Pero, ¿por qué se
limitó? Porque no estaba fascinado, engañado por las riquezas. Estaba buscando el Reino y su
justicia. ¿Amén?

         Permítanme, voy a contar otra historia. Porque si no, los hermanos que tiene más recursos
pueden pensar que tienen que deshacerse de ellos.  Recuerdo una situación de años atrás: fui a
una ciudad de Bahía, había un casamiento. Cuando llegué al lugar de casamiento, me hospedó un
hermano que tenía muchos recursos. Vivía en un edificio entero. Tenía un departamento por
piso. Tenía cinco cuartos… Una casa toda climatizada, era muy linda, maravillosa.
       Cuando él empezó a relacionarse conmigo me dijo así: “Acaba de llegar un deseo que yo
tenía de mucho tiempo. y esta en el garage, vamos a ver…”. Y cuando llegamos al garage, tenía
un auto maravilloso, un BMW.  Yo nunca había visto un BMW, y él me dijo: “¿Vamos a
pasear?”. Subimos al auto. Él y su esposa adelante, mi esposa y yo atrás. Cuando encendió el
tablero, parecía un Boeing 737. Él me dijo: “La temperatura de adelante puede ser diferente a la
temperatura de atrás”. Yo dije: “Bueno, poné 20 º acá atrás”. Puso 20º atrás y 18 º adelante.
Salimos con el auto, paseando. En ese momento yo estaba disfrutando bastante de ese momento
con él. Porque esta actitud tenemos que tener: alegrarnos con aquello que Dios da a nuestros
amados. Es mi hermano… estaba feliz juntamente con él. Yo estaba maravillado con todo lo que
ese auto tenía.
        Él paró de repente, y me dijo (por su tipo de voz me hizo pensar que era algo serio lo que
venía): “Mario, ¿es ostentación tener un auto de este tipo en la iglesia?” Yo no esperaba una
pregunta así, yo estaba muy contento con el auto. Yo dije. “Señor, por favor, ayúdame”.  La
primera cosa que vino a mi mente fue decirle así: “No tengas problema con aquello que Dios te
dio. Tu padre te dio una buena herencia. No tenés que tener vergüenza ni problema con esto. Yo
no tengo ninguna dificultad que vos tengas este BMW…” Él ya me había dicho: “ El auto que yo
tenía antes era un Omega 3.0. La diferencia entre éste y aquel era 10.000 dólares, una tontería de
10.000 dólares”. Yo hice la cuenta y esos 10.000 dólares era tres veces el valor del auto que yo
tenía.  Pero para él no era nada, me dijo esto con sinceridad. Le dije: “Yo no tengo ningún
problema que tengas este auto. Tampoco tengo ningún problema que vayas todos los años a
Disney, a pasear y a disfrutar con tu familia allá. Y que te vayas a Europa tres veces por año y
gastes 50.000 dólares en esto. Ningún problema. No hay ningún problema que gastes 5000 reales
en el fin de semana para disfrutar un tiempo con tu esposa… Pero hay una cosa que puede hacer
que yo tenga dificultades con vos: cuando  vos estés sentado con la congregación, y  comiencen
a hablar de las necesidades de los hermanos, de comer, beber y vestir y vos no estés dispuesto a
dar esta tontería  de 10.000 dólares…  Ahí sí, voy a tener dificultades…”  Porque para disfrutar
estoy dispuesto a colocar esa suma de dinero. Pero para suplir las necesidades de mis hermanos,
yo saco 10, 50 reales o 100 reales… Y cuando pongo 100, me parece que es mucho. Estamos ahí
cambiando las prioridades. No podemos quedarnos fascinados con estas cosas, envueltos en
ellas.  ¡Vamos adelante queridos!
   3- L   as codicias de otras cosas.
“Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra,
pero los afanes de este siglo,  y el engaño de las riquezas,  y las codicias de otras
cosas,  entran y ahogan la palabra,  y se hace infructuosa.”  Marcos 4:18-19
    Estamos acá en la misma parábola, los versículos 18 y 19 habla de lo que está entre espinos.
Vimos los  cuidados del mundo, la fascinación, el engaño de las riquezas, y ahora vemos las
codicias de otras cosas. ¿Qué son estas ambiciones?  ¿Qué podemos poner ahí que no sean
“cuidados del mundo” o “fascinación de las riquezas”  ¿Qué otras ambiciones tenemos? que nos
envuelven, que toman nuestro tiempo, que nos ocupan. Ayuden por favor, (le pregunta a los
hermanos)

o Ambición de éxito
o Ambición de poder

    Aquí incluimos todas estas ambiciones que hay en el mundo, que tienen que ver con la
competitividad. Hoy ya no basta con hacer la universidad, tenemos que tener un postgrado.
Después el post, el post del post. ¿Se entiende…?  Hay una búsqueda tan intensa de estas cosas,
que  el  diablo  puede  engañarnos  y  hacernos  atrapar  en  esta  secuencia.  Y  podamos  quedar
infructuosos...  No  hay  ningún  problema  con  hacer  la  universidad,  después  un  postgrado  y
después hacer el doctorado. No hay ningún problema… No estoy diciendo que no hagas esto.
Estoy diciendo que al hacerlo, tenés que buscar el Reino en primer lugar, y su justicia. Estás ahí
para  que  el  Reino  del  Señor  se  extienda.  Y  de  paso  obtienes  un  diploma…  Pero  la  más
importante intención tuya es: estar ahí para esparcir el Reino de Dios.  Alcanzar a todas esas
personas  que  te  rodean  a  diario.  Ahora,  algunos  me  dicen:  “Mario,  tengo  que  hacer  este
postgrado, porque si no, no voy a conseguir progresar en el trabajo ¿Qué te parece…?” Yo le
digo: “Dale,  pero hay tres cosas que no podés perder:
 Tu comunión con Dios no puede disminuir un minuto.
 Tu relación con el Cuerpo no puede disminuir una  reunión.
 Tu proclamación del evangelio a  otros no puede disminuir una sola persona
5Si podés hacer esto, entonces hacé el postgrado, hacé el doctorado, hacé lo que sea preciso. Pero
lo que vos hagas no te puede sacar de estas tres cosas, porque si no, vamos a caer en un lazo. Y
los afanes de este siglo, la fascinación de las riquezas y las codicias de otras cosas van a terminar
sacándote de la fructificación.”

   4-   Los deleites de la vida.
Cerramos aquí y vamos a ver en Lucas 8:14
¿Qué es lo que impide que tengamos fruto? Los afanes de este siglo, los engaños de las riquezas
y las codicias de otras cosas. Seguimos en la parábola del sembrador y ahora la explicación está
en  Lucas 8:14:
“La que cayó entre espinos,  éstos son los que oyen,  pero yéndose,  son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida,  y no llevan fruto.” Lucas 8:14

   “Y no llevan fruto…”. En el portugués dice: “Y su fruto no llega a madurar…”. Es una
diferencia en la traducción.

      Acá agrega todavía una cosa más: “los deleites de la vida”. ¿Qué son los deleites de la
vida…? Todos sabemos ¿no…? Ahí, en portugués, dice. “Con el correr de los días…”. Cuando
entramos en el Reino de Dios, renunciamos a todo lo que teníamos. Entregamos todo al Señor.
Pero  a medida  que pasan  los días,  vamos  adquiriendo  cosas,  y comenzamos  a pensar que
tenemos derechos. Comenzamos a agregar: pensamos que tenemos el derecho al descanso, el
derecho de las vacaciones y de muchas otras cosas.  Comenzamos a disminuir nuestra intensidad
de relacionamiento con el Cuerpo y con el Señor. Y nos agradan más  los deleites que los
principios de Dios, porque nuestra carne comienza a pedir esto.
     Quiero leer una profecía que habla exactamente de esto, es una profecía que está en un
pequeño periódico de los hermanos de Itabuna. Es de un hombre llamada San Nilo. Él vivió en el
siglo V, fue discípulo de San Juan Crisóstomo. Murió aproximadamente en el año 430 después
de Cristo. Dios le dio esta profecía, la cual está registrada en una biblioteca. Voy a leer la
profecía de San Nilo, del siglo V:

   “Después  del  año  1900,  a  mediados  del  siglo  veinte,  las  personas  se  tornarán
irreconocibles… Cuando se aproxime el tiempo de la venida del Anticristo, la inteligencia de
los hombres será oscurecida  por las pasiones carnales: la degradación  y la ausencia de
normas  se  acentuarán.  Y  el  mundo  quedará  irreconocible.  Las  personas  cambiarán  su
apariencia, haciendo imposible distinguir los hombres de las mujeres, a causa del descaro en
su modo de vestir y la moda de los cabellos. Estas personas serán inhumanas, como auténticos
animales salvajes, debido a las tentaciones del Anticristo.
  “No respetarán más a los padres y a las personas ancianas. El amor desaparecerá. Y los
pastores cristianos, obispos y padres, serán hombres frívolos, completamente incapaces de
distinguir entre la derecha y la izquierda. En ese tiempo, las leyes morales y las tradiciones de
los cristianos y de la Iglesia cambiarán. Las personas ya no practicarán la modestia y reinará
la disipación. La mentira y la codicia alcanzarán grandes proporciones. ¡Infelices de aquellos
que amontonen riquezas! La lujuria, el adulterio, la homosexualidad, los hechos ocultos y el
asesinato serán reglas de la sociedad. En ese tiempo, debido al poder de tan grandes crímenes
y de tal libertinaje, las personas serán privadas de la gracia del Espíritu Santo recibida en el
bautismo,  y  ni  siquiera  sentirán  remordimiento.  Las  iglesias  serán  privadas  de  pastores
piadosos y temerosos de Dios. ¡Infelices los cristianos que estén en la Tierra en esos días!
Perderán la fe, porque no habrá más quien les muestre la luz de la verdad.  Buscarán
apartarse  del  mundo,  refugiándose  en  lugares  santos,  en  la  intención  de  aliviar  sus
sufrimientos espirituales, mas sólo encontrando obstáculos y contrariedad por todas partes.
   “Todo esto se deberá al hecho de que el Anticristo querrá ser señor de todas las cosas y el
maestro del universo. Realizará señales y milagros inexplicables. Dará también al hombre
una  sabiduría  capaz  de  descubrir  un  modo  por  el  cual  una  persona  pueda  tener  una
6conversación con otra, de un extremo al otro de la Tierra (Nótese que el teléfono, la radio y la
televisión surgieron 1500 años después de este texto). En ese tiempo los hombres volarán por
los aires como aves y descenderán al fondo del océano como peces… (En el siglo V ni se
imaginaban el avión o el submarino).
    “Y cuando se encuentren en tales circunstancias, esos infelices verán sus vidas rodeadas de
confort,  ignorando  que todo  es  solo  un  embuste  de  Satanás.  Este  llenará  la  ciencia  de
vanidad, a tal punto que los apartará del camino recto, llevando a las personas a perder la fe
en la existencia de Dios… Y Dios, infinitamente bueno, viendo la decadencia de la raza
humana, acortará los días por amor al pequeño número de los que deberán ser salvos, porque
el enemigo desearía arrastrar aun a los elegidos a la tentación, si eso fuese posible. Entonces
la espada del castigo aparecerá de repente y derribará al corruptor y a sus servidores”.
       En el siglo V, este hombre vio, Dios le mostró, los engaños de Satanás: los cuidados de este
mundo, la fascinación de las riquezas, las demás codicias y deleites de la vida.¡Que el Señor nos
ayude a estar atentos! Y que no seamos engañados por estas artimañas de Satanás, y la palabra
del Señor se vuelve infructuosa en nosotros.
     Oremos amados:
      “Señor amado, Padre nuestro, no estamos de ninguna forma detrás de algo elocuente, pero
sí de la sencillez de tu palabra. Tú dices con toda claridad en tu Palabra que estas cosas
sofocan tu Palabra… Que podamos oír, en esta tarde, la voz de tu Espíritu en nuestro espíritu,
librándonos de todas estas cosas, estando atentos a cada una de ellas, para no estar envueltos
en ninguna de ellas, de manera que no minen el fruto que tú esperas de nosotros. Señor,
ayúdanos a comprender las señales que están alrededor nuestro. Estamos apercibidos Señor,
sensibles, y que no nos dejemos enredar por estos dardos, por estas ofertas de Satanás. Señor, te
pido que mantengas nuestros ojos fijos en el Autor y Consumador de la fe. Si hay algún corazón
nuestro  preso  en  alguna  de  estas  cosas,  líbranos  Señor,  muéstranos  Señor,  llévanos  al
arrepentimiento, corrige nuestra trayectoria. Señor, corrige nuestra mente. Ayúdanos Padre a
entender lo que está en tu mente, y a vivir en la sencillez de tu vivir, que es el nuestro, Señor.
Amén, Amén.”

Comentario final de Evangevaldo:
  Hermanos, creo que hay un problema con la iglesia en el mundo: La facilidad de no dejarse
juzgar por la palabra de Dios. El Señor le dijo a Ezequiel que la nación de Israel escucharía sus
advertencias como se escucha a un cantor,  pero no las pondría en práctica, porque es un pueblo
de dura cerviz. Nosotros necesitamos huir de esta actitud y dejarnos juzgar por la palabra de
Dios. Así que, hermanos, no tenemos que dejar que esta palabra entre por un oído y salga por el
otro. Yo creo que esta es una advertencia del Espíritu Santo, llena de ánimo y desafío, para hacer
una diferencia en el tiempo que vivimos, y no seamos envueltos por el mundo. Debemos ser sal y
luz, que no nos importe que nos consideren los idiotas del mundo, que seamos los despreciados
del mundo. No busquemos ser reconocidos delante del mundo. Esta palabra tiene que ser, creo
yo, recalcada. ¿Amén? ¡Amén!

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