jueves, 22 de noviembre de 2012

PRINCIPIOS PARA EDIFICAR


 


PRINCIPIOS (no opcionales) PARA LA OBRA DE DIOS

I. ¿Por qué necesitamos esta enseñanza?

     Muchos hermanos creen que hay varias maneras de hacer la obra de Dios. Creen que se pueden hacer de una forma, o de otra. Unos hacen “discipulado”, otros hacen grandes reuniones; unos hacen evangelismo personal, otros hacen evangelismo en masa. Unos hacen guerra espiritual, otros hacen estudios bíblicos. Algunos otros creen que la obra de Dios debe ser hecha con una combinación de todos estos métodos.
       
      Aquellos que hacen estas afirmaciones, sólo están pensando en métodos. Este es un problema con el “discipulado”. Para muchas personas no pasa de ser un método más. El método del discipulado (que en general consiste en reunir a los discípulos y pasarles la enseñanza de un apunte).  Jesús no nos mando hacer discipulado, El nos mando hacer discípulos; y esto no es un método descartable, es un principio incuestionable para la obra de Dios.
       
    Algunos nos preguntan si  creemos tener el “método” correcto, si pensamos que todos deben copiar nuestra manera de hacer la obra. Otros llegan a acusarnos de que esto es lo que en realidad pensamos. Pero además hay otros, que sinceramente quieren hacer discípulos, y nos preguntan hasta qué punto necesitan hacer como nosotros hacemos. Quieren saber qué cosas son indispensables, y cuáles las que pueden cambiar de acuerdo a circunstancias locales en donde se trabaja. El objetivo de este estudio es traer claridad sobre estas cuestiones.    

 
II. ¿Métodos o Principios?

     Primero debemos entender algo básico: LOS MÉTODOS SON RELATIVOS, PERO LOS PRINCIPIOS SON ABSOLUTOS. Esto es, los métodos pueden cambiar de acuerdo al momento, el lugar y las circunstancias, pero los principios no cambian nunca. Los principios son incuestionables y permanentes. Por eso, descubrir y practicar principios, es fundamental en la obra de Dios.
         
    Todas nuestras prácticas y métodos deben originarse en los principios. No importa cuántas prácticas tengamos, o cuánto estas prácticas cambien, las mismas deben emanar de principios inmutables.


                     Principios------------------------------------------------- Prácticas
                    (Absolutos)                                                         (Relativas)

     Respecto a estas cosas, encontramos hoy un engaño muy común: se piensa que solo la meta es absoluta en la obra de Dios, pero que la estrategia es relativa. “lo que” Dios quiere es absoluto, pero “como” Dios quiere que lo logremos, es relativo. Lo que importa es el objetivo, pero cada uno procura  alcanzarlo de la manera que le parece bien. AFIRMAMOS QUE ESTO ES UN ENGAÑO. No podemos hacer la obra de Dios de la manera que se nos ocurra. Los objetivos de Dios son sublimes, son divinos. El no nos encarga la obra diciendo: “hagan como quieran”. Tampoco quiere decir que  nos va a dar todos los detalles sobre las prácticas. Pero nos va a orientar en cuanto a los principios de la obra, respecto “de lo que” El quiere, y “de cómo” lo quiere.

III.  Principios absolutos de la obra en general

1. EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS.
      Ninguno puede cuestionar Ro 8:28-29. Si queremos cooperar con Dios, tenemos que trabajar en función de esto. No podemos trabajar para salvar mucha gente, llenar el salón, mantenerlos en la iglesia, tener un trabajo grande y reconocido,  etc. Si no trabajamos como Pablo (Col 1:28; Ef 4:13), no cooperamos con Dios de manera completa.

2. JESÚS ES NUESTRO ÚNICO PUNTO DE REFERENCIA.
    No debemos mirar solo a Jesucristo en la cruz, en la resurrección o en el trono. Debemos mirar a Jesús como obrero, su manera de operar, su estrategia de acción. Los hombres de éxito, los ministerios reconocidos mundialmente, no nos sirven como punto de referencia. Sólo en la medida que ellos sigan a Jesús. (Ver Mt 17:1-5; He 1:1-3).

3. LA PALABRA APOSTÓLICA ES NUESTRA ÚNICA FUENTE DE INFORMACIÓN EN CUANTO AL FUNCIONAMIENTO DE LA IGLESIA.
     El Antiguo Testamento es útil (2 Ti 3:16), pero no nos sirve como base, ya que contiene las sombras y figuras (Col 2:16,17; He 8:5; 9:23; 10:1), pero el Nuevo Testamento contiene la realidad de Jesús y de la Iglesia. Si quisiéramos edificar una nación terrena, deberíamos buscar los principios para esa obra en el A. T., pero la iglesia es una nación celestial (Efe 2:6; Hb12:22), y los principios para su edificación están en el Nuevo Testamento (Gal 4:8-11).

4. LA ORDEN DE JESÚS ES QUE HAGAMOS DISCÍPULOS. (Mt 28:18-20)
     Para entender bien qué obra es esta, tenemos que ir al Nuevo Testamento e inquirir con cuidado:
A) Qué era un discípulo para Jesús (Lc 14:26-27; 14:33; Jn 8:31; 13:34,35; 15:8);
B) Cómo Jesús hacía discípulos, qué mensaje predicaba y qué condiciones ponía (Mt 4:18,19; 9:9; 19:16-22; Lc 9:57-62; 14:26-33);
C) Cómo  cuidaba de los discípulos (Mc 3:14; Jn 17; Mt 5:1,2).
             NO PODEMOS CONSIDERAR ESTA MANERA DE TRABAJAR DE JESÚS COMO ALGO RELATIVO. DEBEMOS HACER COMO ÉL HIZO.

5. LA ÚNICA PREDICACIÓN QUE FORMA DISCÍPULOS ES LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO DEL REINO.
    Tenemos que conocer bien la diferencia entre el Evangelio del Reino y el evangelio de las ofertas. Si predicamos la salvación sin las condiciones del discipulado, no vamos a formar discípulos, sino un montón de gente sin compromiso y sumisión a Dios.

6. LA ESTRATEGIA DE DIOS PARA CUMPLIR SU PROPÓSITO ES EL SERVICIO DE TODOS LOS SANTOS.
  Si no entendemos bien Ef 4:11-16, podemos reunir mucha gente, pero nunca vamos a cooperar a fondo con el propósito de Dios revelado en Ro 8:28,29 y Ef 4:13.

7. TODO RECONOCIMIENTO DEL MINISTERIO DEBE SER POR EL FRUTO DEL SERVICIO. (Mt 7:16)
    Debe haber fruto de vidas alcanzadas, transformadas y edificadas para que alguien vaya creciendo en el ministerio. En los sectores más tradicionales de la iglesia, el reconocimiento viene a través de un curso teológico. En los sectores llamados “renovados”, el reconocimiento es por el carisma, o por la elocuencia en la enseñanza. En los tiempos del Nuevo Testamento, los presbíteros surgían en el seno de la propia iglesia, y eran reconocidos por su vida recta y por el servicio (Tit 1:5-9).

8. LOS PASTORES Y OTROS PRESBÍTEROS DEBEN SER Y HACER TODO AQUELLO QUE QUIEREN QUE  LOS DEMAS DISCÍPULOS SEAN Y HAGAN. (Hch 1:1; He 5:1-3).
   Deben ser el ejemplo, no sólo en cuanto a su santidad personal, sino también en cuanto al servicio. Deben relacionarse mediante las coyunturas y ligamentos, predicar el evangelio, hacer discípulos, edificarlos, formar iglesias en los hogares, etc.

9. TODA ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA DEBE MANTENERSE EN LA SENCILLEZ. (2Co 11:3)
     No debemos tener un “paquete” muy grande. Pablo dio todo el consejo de Dios a los efesios en sólo tres años (Hch 20:27). Jesús mandó guardar todas las cosas que Él enseñó (no toda la Biblia). Si la Iglesia está llena de intelectualismo bíblico, o está siempre detrás de las novedades, será muy difícil edificar discípulos. La novedad en la Iglesia es que el amor y la obediencia aumentan, y muchos incrédulos se convierten al Señor.

10. TODO LA OBRA SE HACE  EN LAS CASAS. (Hch 2:46; 5:42; Ro 16:10; 1Co 16:15-19; Col 4:15)
      El Espíritu Santo llevo  la iglesia a las casas, no para que se hicieran reunioncitas  con oración, canciones y predicación, sino para que sea todo lo que la Iglesia debe ser (principalmente desarrollar el ministerio de los santos). En grandes reuniones, con mucha gente, no se puede ordenar a los santos para su ministerio. Por eso debemos reunirnos en las casas, en grupos pequeños.


IV. Principios absolutos específicos de los grupos caseros.

1. QUE SEAN GRUPOS PEQUEÑOS.
    No siempre es posible mantener los grupos tan pequeños como se desearía por causa de la lentitud en formar nuevos líderes. Pero debemos hacer todo esfuerzo en esta dirección, porque con mucha gente es muy difícil supervisar concretamente todos los ministerios del grupo.

2. QUE TODOS LOS MIEMBROS DEL GRUPO ENTIENDAN CUÁL ES LA OBRA DEL GRUPO.
    Deben tener una mente libre del “reunionismo”. Deben entender que la principal obra no es la que ocurre en el encuentro del grupo, sino la que se hace durante toda la semana, por todos los integrantes del grupo: el compañerismo, la evangelización en las calles, las visitas a los contactos, el cuidado de los discípulos, los encuentros con los discipuladores, los encuentros con el núcleo del grupo, los encuentros de lideres, los viajes a ciudades próximas, etc.

3. QUE LOS LÍDERES SEAN FORMADOS EN TODO AQUELLO QUE DEBEN PRODUCIR LOS GRUPOS.
  Si alguien no tiene una sólida experiencia de compañerismo, evangelización, edificación de discípulos, y formación de discipuladores, ¿cómo va a llevar al grupo a tener estas experiencias?

4. QUE SE TRABAJE POR NIVELES.
  Esto es porque Jesús es el modelo de la obra, y Él trabajaba por niveles: tenía las multitudes, los 500, los 120, los 70, los 12, y entre éstos, Pedro, Juan y Santiago. Para cada nivel corresponde una intensidad de acompañamiento. Podemos tener, en una determinada iglesia local, una manera especifica de distinguir los niveles en los grupos. La manera en que hacemos esto es una  relativa. Cada uno debe procurar la mejor forma de hacerlo. Pero el que no distingue niveles en el grupo, está dejando de lado un principio absoluto que se observa en el ministerio de Jesús.

5. QUE EL ENCUENTRO DEL GRUPO ESTÉ LLENO DE PARTICIPACIÓN.
     Los discípulos que son parte del grupo, no solo deben trabajar durante la semana, sino también durante los encuentros: deben participar con sus oraciones, testimonios de su trabajo, salmos, profecías etc. (1 Cor. 14:26)

6. QUE HAYA TRABAJO EN LAS CALLES.
  Jesús pasó la mayor parte de su ministerio en las calles. Mientras edificaba a sus discípulos, estaba en la calle. Esto creaba amplias posibilidades de evangelización. Discípulos miedosos, que siempre quieren quedarse dentro de casa, difícilmente van a tener continuidad en la obra. Debemos salir en grupos, salir con el (la) compañero(a), con los discípulos, con los más maduros, con todo el grupo, de todas las formas y en todas las oportunidades posibles.  

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