martes, 2 de octubre de 2012

El obrero en su función 3 de 4 - I.Baker

4- SU DISPOSICIÓN
 Iván Baker

TENÍA PASIÓN POR SALVAR A LOS PECADORES
Jesús declaró  que el objetivo  principal  de su presencia  entre los  hombres  consistía  en
“buscar y salvar” a los pecadores. Lucas 19.10. Nosotros también, como continuadores de su obra,
no podemos pensar que la salvación de los pecadores ocupe el lugar de un ítem más en nuestra
agenda, sino que debe ser aquello a lo cual nos entregamos prioritariamente, siguiendo las mismas
pisadas de nuestro Maestro. Compenetrados de nuestro llamado debemos arder con pasión por la
salvación  de  los  pecadores,  alcanzando  el  objetivote  Dios  y  cumpliendo  la  obra  que  nos  ha
encomendado. A ello debe estar dedicada nuestra principal atención, capacidad y tiempo.

A) Lo que le hace posible.
1) La unción que Jesús nos impartió.
El haber sido enviados por Jesús para esto mismo, con la misma gracia y unción con que él
fue enviado. Juan 20.21; mateo 28.18-19; Hechos 1.8

2) Por el gozo propuesto.
Jesús tenía un “gozo que le fue puesto delante de él”. Este gozo le ayudó a sobrellevar todas
las cargas y penas de la tarea. Hebreos 12.2. Su gozo consistía en anticipar el día de su entrada
triunfal al Padre “con los hijos que Dios me dio”. Hebreos 2.13. Nosotros también como nuestro
Señor, podemos anticiparnos al gozo de nuestra entrada en los cielos, no solos, sino con aquellas
preciosas vidas redimidas que Dios ha dado como fruto de nuestro trabajo. Salmo 126.6. Como
también Pablo calificaba el fruto de sus trabajos en el evangelio, diciendo: “gloria y corona mía…”
Filipenses 4.1

3) Por lo precioso que es el hombre.
Sólo el Padre, que sabe, puede explicarnos el valor del hombre. Para él no hay cosa más
preciosa en el universo. Tanto  lo infinito  de su perdición  como  la gloria indescriptible  de su
salvación, nos presentan el desafío a esforzarnos en nuestra tarea divina de salvarle. De lo contrario,
¿cómo explicaríamos nuestra negligencia siendo que somos los portadores de su salvación? De ahí
la exclamación de Pablo: “Ay de mí si no anunciare el evangelio”. Pablo sabía pesar el valor del
hombre y de la investidura que él tenía como portador de “una salvación tan grande” 1 Corintios
9.16

B) De qué manera expresamos esta pasión.
Este sentir no debe ser una pasión pasiva sino activa ¿Cómo?

a) llegando a los pecadores

b)  proveyéndoles  toda  la  gracia  y  los  recursos  que  estén  a  nuestro  alcance  para  su
salvación, cuidado y edificación.

C) Los estorbos.
Debemos estar atentos a los estorbos. Algunos de ellos pueden se:

1) Que estemos atrapados en un incorrecto esquema de vida.
Estar abrumados por muchos intereses seculares. El afán por alcanzar posición ó riqueza.
Me refiero a todo lo  que  sobrepasa  la  legítima  necesidad  y  cuidado  de  nosotros  y  nuestras
familias. Lo legítimo lo alcanzamos en un marco de confianza en Dios quien ha prometido proveer.
Somos sus siervos. Pero cuando pasamos la medida de lo prudente, podemos estorbar nuestra
oportunidad y eficacia en el servicio. Debemos recordar el oportuno consejo de Pablo a Timoteo:
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel  que lo tomó
por soldado”. 2 Timoteo 2.4

2) Quedar afectado por los ataques del enemigo.
Podemos estar ciertos que el diablo se empleará a fondo con toda su astucia y todas sus
armas para estorbarnos en el cumplimiento de nuestra suprema misión. Entre las muchas armas que
él usa hay cinco que se destacan:

a) Desaliento. Procurará convencernos que no podemos. Que tenemos muchos defectos…,
que no hemos crecido lo suficiente, o que no es responsabilidad nuestra sino  la de otros que tienen
“un don especial”.
b) Distracción. Procurará llenarnos de muchas “actividades en la obra del Señor”, pero que
nos distraen del propósito supremo de Cristo. Se dice que “lo bueno es enemigo de lo mejor”.
c)  Dilación.  No  dirá  que no  es  tiempo…  que  lo  dejemos  para mañana.  Que debemos
procurar nuevas y mejores circunstancias y oportunidades. Que este caso no tiene importancia…
que ese no se va a convertir. Que ya hemos trabajado demasiado… que ya hemos cumplido nuestra
cuita. Recordemos a Pablo, que aún anciano, se ocupaba fervorosamente en ganar a otros para
Cristo.
d) Confusión. Tratará de apartarnos de la sencillez y hacerlo todo muy difícil y complicado.
Algo que sólo con “mucha preparación” y “habilidad” se puede realizar.
e) Orgullo. Haciéndonos sentir fuertes en nosotros mismos y no depender del Espíritu Santo:
“ya lo sabemos hacer”… somos expertos, etc.

TENÍA COMPASIÓN DE LOS HOMBRES
“Y  al ver  a  los  multitudes,  tuvo  compasión  de ellas,  porque estaban  desamparadas  y
dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Mateo 9.36
Todo el ministerio de Jesús fluía de esta compasión por los pecadores.
No había venido para criticar ni para condenar, sino para salvar. Al hacerlo él manifestaba el
gran amor de Dios por una humanidad perdida.
Nosotros, como obreros del Señor somos sacerdotes, somos “puente” entre ese gran amor y
misericordia y los hombres necesitados.  Y es porque el mundo está tan carente de amor, que la
manifestación de la misericordia de Dios a través de nosotros, viene a ser como el néctar que les
atrae  irresistiblemente.  Esa  compasión  es  el  óleo  divino  que  hace  llegar  el  evangelio  a  sus
corazones.
Vez tras vez en los testimonios se expresa que no fue tanto el bien pulido mensaje, sino el
amor que les ganó. Nos han dicho más de una vez: “No entendí nada…. Pero sentí el amor…”
A) Debemos ser auténticos.
No podemos simular. La verdadera compasión sólo fluye cuando en verdad amamos y el
Espíritu Santo toca nuestro corazón para hacernos sentir la necesidad del pecador.
13También es la manifestación de esta sincera compasión que da  autenticidad al mensaje
mismo. Es decir, que estaremos revelando a Dios mismo en su carácter de amor y compasión.
Salmo 103.11
Pero esto no nos debe resultar difícil ya que él ha derramado en nosotros su amor. Romanos 5.5
B) Debemos quitar la atención de nosotros mismos.
Nuestra atención debe estar colocada en Dios y el pecador, puesto que es Dios mismo que se
encuentra con él a través de nosotros. La mejor manera de olvidarnos de nosotros mismos será
concentrar nuestra oración y dependencia del Espíritu Santo para inspirarnos a la vez que abrimos el
corazón para comprender la necesidad del pecador.
Debemos despreocuparnos de:
- Estar preocupados por ser bien recibidos, honrados o atendidos.
- Estar preocupados por “hacer un buen papel”.
Toda intención que no sea un sincero y sacrificial interés en el pecador necesitado
estorbará el libre fluir de la compasión de Cristo.

SE DABA A SI MISMO.

Jesús se daba a si mismo. Él era el pan que se ofrecía para que los hombres coman; era el
agua viva que otros podrían beber. Predicaba, pero él mismo era la sustancia de su predicación.
Responder a su mensaje consistía en “venir a él”, “comer de él”, “beber de él”.
Cuando decía:  “El Reino de Dios ha llegado”, implicaba que  él había llegado. Cuando
decía: “está entre vosotros”  era que  él estaba entre ellos. Él era la presencia misma de Dios
encarnada, visible y tangible. No podía mandar libros o explicaciones o sustitutos; él mismo tenía
que estar presente.
Jesús está ahora en la tierra en la persona de sus discípulos, que somos nosotros. Su Iglesia
es la suma de su manifestación al mundo. Él, ahora, se da a los hombres a través de nosotros.
Nosotros  podemos  dar  muchas  cosas  a  los  hombres:  sermones,  artículos  impresos,  consejos,
cordialidad; pero no habremos dado nada hasta que nos hayamos dado a nosotros mismos.
A) La clave.
Podemos equivocarnos pensando que al ser heraldos, el mensaje es lo más importante.
Cuando, en realidad, el mensaje no es más que un anuncio. Al darlo estamos diciendo: “Vengan al
banquete”, “vengan a comer”. Cuando vienen, no están buscando más explicaciones acerca de la
“comida”sino que nos están buscando a nosotros. Nosotros somos “la comida”y “la bebida”que
Dios les ha preparado. Esto es porque Cristo se manifiesta a través de nosotros.
Es a través de nosotros que fluye la salvación y la vida de Cristo. Esta es la clave. Así como
cuando inclinamos un cántaro lleno y volcamos su contenido en uno vacío. Así Dios ha provisto
que de nosotros mismos fluya la vida de Cristo.

B) Esto requiere darnos.
Fundamentalmente requiere apartar de nuestro tiempo para brindarnos y servir a  otros.
Cuando otros pueden disponer de nuestro tiempo estaremos dando parte de nosotros mismos.
C) Ellos buscan al Cristo que está en nosotros.
Ellos buscan la fuente de salvación  y vida que Dios ha atesorado en nosotros por medio del
Espíritu Santo, lo cual es Cristo mismo en nosotros. Juan 7.38-39; Colosenses 1.27. El darnos debe
implicar: dar a Cristo. Que ellos palpen en nosotros su compasión, su mansedumbre, su paciencia,
su compañerismo, su verdad, su vida.

D) No es cómodo.
Ninguno podrá brindarse de esta manera si sólo atiende su propia comodidad. Esto requiere
dedicación, propósito, visión, sacrificio. También requiere un vaso limpio y lleno.

E) No podemos darnos a todos.
Se trata de una entrega real y efectiva que demandará mucho de nosotros. Por eso sólo
podremos darnos de esta manera a un limitado número de personas. A muchos les daremos algo
pero es sólo a algunos que podremos dar todo. Ejemplo: Jesús sólo se dio de esta manera a doce
hombres.

F) Debemos discernir cuando hemos completado la obra de ellos.
Jesús entendió cuando había completado su obra en los doce.

G) Nuestra familia.
Esta entrega, corresponde hacerla primeramente a nuestra propia familia.

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