lunes, 24 de septiembre de 2012

La vida devocional del siervo de Dios.






 
Por Augusto Ericsson
Procuraré compartir con ustedes, mis amados hermanos, mis experiencias; tratando de ser simple y claro en la exposición de lo que para mí ha sido y es el "tiempo devocional", en sus variados aspectos, para que pueda llegar a ser la "vida devocional".

Quiero afirmar, al comenzar, lo que reiteraré: que el tiempo devocional es tiempo formativo, y que requiere tiempo y quietud. Señalaré tres aspectos de la vida devocional, destacando más el primero de ellos, que considero base de los otros dos.


Daré primero una semblanza general de lo que es el tiempo devocional para mí:

Es tiempo de abrir totalmente nuestro ser (como la flor a la lluvia y al sol) para que Dios lo mire, lo purifique, lo vivifique y le imparta crecimiento espiritual y mayor semejanza a Jesucristo.
  1. Es tiempo de sinceramiento, de la verdad, de despojarse de lo que nos agranda ante los demás para ser nada más que lo que de verdad somos.
  2. Es tiempo de reconocer la misericordia, lo gracia, 1a paciencia y el indescriptible amor de Dios para conmigo.
  3. Es tiempo de recibir revelación transformadora del ser interior, en el silencio de la presencia divina.
  4. Es tiempo de conocer a Dios en su morada y quedar humillado, rendido (entregado totalmente), asombrado, adorando sin palabras.
  5. Es tiempo de recibir -algunas veces- entendimiento, luz sobre las Escrituras, sin haber estado pensando en ellas en ese momento.
  6. Es tiempo de apropiarse para uno mismo de lo que a Dios le place dar; no para enseñarlo, sino para vivirlo, para serlo uno mismo.
  7. Es tiempo de lucha en el pensamiento; también de lucha física, de morir poco a poco a sí mismo: lucha dura, pero llena de felicidad.
  8. Es tiempo de refinamiento del espíritu, que afectará profundamente el carácter y el comportamiento de uno.
  9. Es tiempo de adquirir poder (ver l.ucas 5:17; 6: 19; 8:46), y de recibir energía, de acumular vigor del Espíritu Santo.
  10. Es tiempo de palpar lo celestial, de compañerismo con nuestro Padre.
  11. Es tiempo indispensable e irreemplazable en la vida de todo siervo de Dios.
Yo soy lo que Dios hace de mí, principalmente en mi tiempo a solas con él. Y no me doy cuenta de ello; lo ven los demás primero.

No puedo estar "dignamente preparado" para estar con la gente si no tuve primero tiempo suficiente para estar a solas con mi Dios, mi Padre, mi Señor, mi Rey.

Leamos: Marcos l:35; Lucas 4:42; 5:16; 6:12; 9:28; l l:1; 18: l; 21:37; 22:39-46; 23:46. 

Jesucristo, Señor y Salvador nuestro, es el Ejemplo supremo a imitar.

Veremos ahora más en detalle, el primer aspecto de nuestro tema:
 
El tiempo que paso a solas con DiosLeamos: Mateo 6:6 e Isaías 26:3, 4, 9,20

Hoy en Argentina parece imposible disponer de tiempo para estar a solas con Dios, por la atención de la familia, el trabajo o los trabajos, la tensión y ansiedad por los problemas económicos, las actividades particulares y generales en la obra del Señor. No es fácil apartar ese tiempo y continuar sin claudicar. Nos requerirá renunciamiento, negación, ordenar de acuerdo con prioridades nuestro tiempo, limitar nuestra dedicación a cosas lícitas, tales como celebraciones, paseos, esparcimientos, deportes, y aun el reposo.

¿Estamos dispuestos? ¿Consideramos nuestro encuentro con Dios y el compañerismo con él dignos de tal esfuerzo? Apartarnos para estar o solas con Dios, en medio del trajinar cotidiano, es entrar a un lugar de refugio y de paz. Mi necesidad me lleva a desearlo y buscarlo. Mi amor me mantiene en la dedicaci6n. Su amor hace deleitosos el diálogo y la comunión.

Allí, en mi lugar secreto, proclamo mi fe. Alabo, canto, me gozo.
Allí contemplo su majestad. Me asombro ante su amor, su misericordia, paciencia y gracia para conmigo.
Allí confieso mi pecar; me examino ante su luz, y humillo mi ser (desnudo mi alma, mi vida).
Allí lloro. Allí río. Allí abro mi ser a su luz y su mirada, y al obrar de su Espíritu. Y espero que haga algo en mí.
Allí callo, y en silencio espero.
Allí leo y medito su palabra.
Allí temo. Me asombro y conmuevo. Allí agradezco.
Allí converso y, sobre todo, escucho. Hay diálogo
Allí adoro postrado en tierra.
Luego salgo, preparado para estar más cerca de la gente. Sí, el tiempo devocional es tiempo formativo. Requiere tiempo y quietud.

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